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Cuando hablo de salud mental, siempre me ha parecido que me estoy refiriendo solo a aquellas personas que tienen un trastorno de ansiedad, depresión o cualquiera de los síndromes que aparecen en el DSM-V, el libro que recopila los trastornos psicológicos.

Lo cierto es que la salud mental es mucho más amplia y al final se refiere a nuestro bienestar, a vivir la vida plenamente. Y es que creo que todos los seres humanos queremos sentir bienestar y sentirnos plenos. Por eso la salud mental es un tema que nos incumbe a todos y que debemos reivindicar.

Tu salud mental se desarrolla en torno a cinco elementos que puedes comenzar a cuidar desde hoy para que tu vida mental esté llena de salud:

  • Emociones: Son las guías de tu vida. En la sociedad occidental, se le ha quitado importancia a las emociones porque se cree que nos pueden dañar, que nos impiden ser racionales y por tanto nos hacen tomar decisiones impulsivas. Lo cierto es que esas son las consecuencias de no atender a nuestro mundo emocional, de rechazar lo que sentimos en lugar de aceptarlo e integrarlo.

Tal vez pienses que tus emociones viven en tu cerebro… lo cierto es que las emociones también nacen en tu corazón e intestino, tanto es así, que tu cerebro emocional (el sistema límbico) va tomando forma con la información que le llegan de tu corazón e intestino. Esto me ayuda a comprender que la salud mental no está solo dentro de tu cráneo, sino que en realidad, vive en todo tu cuerpo.

Las emociones son tus amigas, vienen a avisarte de peligros, guían tu atención hacia lo que es importante para ti, para vivir. Las emociones también son avisos para que te cuides más, para que descanses. Pero también es cierto que en ocasiones son tan intensas que paralizan todo tu mundo, por ello es muy importante que aprendas a regularlas.

Algunas maneras de regular tus emociones y mantener tu equilibrio emocional, son: Respirar con calma y serenidad, dedicarte tiempo, descansar, hacer actividades que te motiven y te llenen de energía, caminar por la naturaleza, hablar con otras personas, meditar, hacer yoga, pilates o tai-chi, explorar más cosas de ti mismo por medio de la lectura o documentales. Y si tienes muchos problemas para regular lo que sientes, puedes acudir a un psicólogo que te ayude a conocerte mejor.

La respiración es la base de tu salud física y mental. Por eso, para reivindicar la importancia de tu salud mental, hoy te regalo una breve meditación en mp3 donde te enseño una técnica de respiración muy sencilla que te ayudará a contactar contigo mismo y a volver a ti de nuevo. Puedes descargarla desde aquí: http://cuidado-psicologico.es/meditacion-3-anclas/

  • Pensamientos: Son producciones de tu mente, de hecho la función de la mente es crear pensamientos. Lo que ocurre es que en ocasiones nos fusionamos con ellos de tal manera, que creemos que nosotros somos los pensamientos, cuando en realidad somos meros obser

Desde el budismo, nos ayudan a convivir con los pensamientos desde la aceptación y la calma. En lugar de rechazar los pensamientos desagradables, tan solo obsérvalos, acéptalos plenamente y visualízalos como nubes sobre el cielo azul. Los pensamientos no duran eternamente, deja que sigan su camino, no te aferres a ellos, no les atiendas y les hagas más fuertes al alimentarlos… simplemente fluye… deja que los pensamientos sigan su camino y disfruta del cielo azul.

  • Auto-diálogo: Con este nombre me refiero al monólogo interno que tienes contigo mismo. Tal vez seas consciente de él o tal vez no, pero este diálogo interno siempre te acompañ El contenido de ese monólogo, depende de tus creencias, de la confianza y amor que te tienes a ti mismo, de si eres tu peor crítico o esa abuela amorosa que te apoya siempre.

En mi práctica profesional me he dado cuenta de que existe un ciclo que he llamado “ciclo emociones – pensamientos – auto-diálogo”. Es un ciclo que ocurre en tu mente, donde las emociones crean tus pensamientos y éstos a su vez determinan el monólogo interno que tienes contigo mismo. Lo positivo de este ciclo, es que cambiando cualquiera de los tres elementos que lo componen (emociones, pensamientos y autodiálogo), puedes cambiar el resto. Fíjate en el poder que tienes. En la siguiente figura tienes más información sobre este ciclo.

  • Cuidarte desde dentro: Y es que al final, tu salud mental nace desde dentro y por eso tienes que cuidarte. Puedes cuidarte observando tus emociones y aceptándolas tal y como son, también lo puedes lograr al no abrazarte con fuerza a tus pensamientos y para reducir ese abrazo, puedes respirar con calma y serenidad. Otra manera de cuidarte desde dentro, es observando cómo te hablas, las palabras que usas y el tono en que te hablas.

Cuidarte también supone respetar tus tiempos emocionales y llorar cuando lo necesites, aceptar que tienes ansiedad y buscar estrategias que te ayuden a regularla, romper el mito de que acudir al psicólogo es solo “para locos” y acudir a un profesional que te ayude a conocerte mejor y a aprender recursos que te ayuden a crecer desde dentro.

  • Tu cuerpo como protagonista de tu salud mental: Como te dije antes, tu mente y tu salud mental no viven solo en tu cerebro, de hecho vive en todo tu cuerpo. Debes saber que las neuronas viven en tu cerebro pero también en tu corazón y en tu intestino, lo que quiere decir que estos órganos son inteligentes en sí

La salud mental es holística porque incluye lo que sientes y piensas, pero también la manera en que funciona tu corazón, el modo en que tu intestino segrega neurotransmisores como la serotonina (esencial para tu equilibrio emocional) y depende también de tu microbiota (la colonia de microbios que viven en tu intestino que forman parte de tu sistema inmune).

El cuerpo es una extensión de tu mente, de modo que cuídalo, respétalo, movilízalo y escúchalo.

Recuerda que tu salud mental se encuentra en cada célula de tu cuerpo, de modo que cuida tus emociones, cuida tus pensamientos y si necesitas ayuda, busca a un profesional que te ayude… al fin y al cabo te mereces vivir plenamente.

 

Elena Alameda Jackson

Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.

Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.

Psicóloga de We Doctor

Solicitud de consulta online con Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192

De una forma u otra estos días de cuarentena van a repercutir en nuestra Salud Mental.

Habrá quienes, después de un tiempo, evalúen este periodo como positivo o quienes tendrán la sensación de haber pasado por una dura y difícil etapa que inevitablemente le deje huella. Ahora mismo son muchos los portales y blogs en los que se dan recomendaciones o ideas para “sobrellevar” estos días. Nos damos ánimos sentando como base que esto es un momento complicado para el que necesitamos apoyo e intentamos estar más cercanos que nunca con un porcentaje concreto de nuestros contactos. La sobreinformación es muchísima, tanto del virus que nos tiene encerrados como de cuáles son los mejores consejos para que nos afecte lo menos posible.

Pero, ¿es evadirnos la mejor forma de pasar estos días?, ¿es realmente adaptativo y efectivo consumir constantemente entretenimiento arbitrario sin pararnos a evaluar ni analizar lo que podemos extraer de esta situación?

Lo cierto es que estamos ante unas circunstancias excepcionales, uno de esos momentos históricos que nadie ha decidido vivir por voluntad propia, pero por el que todos hemos de pasar actuando de la forma más humana y responsable posible. Es una situación inevitable, pero con fecha de caducidad. Por ello quizás serán unos días en lo que todo está permitido: sentirse hoy con fuerza, mañana no tener un buen día, pasado preocuparnos, dentro de tres días ni siquiera leer las noticias,… Y todo esto está bien. Pocos o ninguno de nosotros sabemos actuar en estos casos porque por suerte nunca antes hemos vivido algo así y es posible que ante este desconocimiento e incertidumbre sintamos ansiedad, angustia, miedo, preocupación, nerviosismo… Pero para tener en cierto modo una sensación de seguridad y control que nos ayude en esos días en los que sentimos que todo se está haciendo más difícil de lo imaginado, la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos (EFPA) ha recogido una serie de recomendaciones que, aunque probablemente ya hayáis leído, no está de más recordar:

  • Limítate a conocer la situación local. El Covid19 ya ha sido declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una pandemia global que afecta a un gran número de países. Cada uno de estos países están en una fase diferente. Buscar y leer información sobre lo que pasa en otros países puede perjudicarnos, puesto que ni sanidad, ni sociedad, ni personal sanitario, ni autoridades responsables de garantizar la seguridad y el control de este problema son iguales de unos países a otros.
  • Infórmate. Evadir las noticias o intentar no saber lo que pasa no es la forma más responsable de actuar. Es importante que sepamos cual es la realidad que hay fuera de nuestras casas, por eso acota unos minutos al día para informarte SIEMPRE a través de organismos oficiales, de cuál es la situación y qué medidas se están tomando. Unos minutos. No necesitas más. La saturación de información puede ser perjudicial y mucho más si atendemos y creemos todo lo que leemos u oímos.
  • Mantente cerca de tu círculo social habitual. Puesto que ahora mismo no existe la posibilidad de hacerlo físicamente, aprovecha las facilidades tecnológicas con las que contamos y no pierdas la rutina social a la que estás acostumbrado. Este círculo social suele actuar en nuestra vida diaria como nuestro cable a tierra, mantenerlo estos días es incluso más importante.
  • Cuídate. Ya sabemos que para poder ayudar a otros es primordial que nosotros estemos bien. Para ello, Atle Dyregrov (ex miembro del Comité Permanente de la EFPA sobre Psicología de crisis, traumas y desastres) ha desarrollado un texto en el que nos da algunas pautas sobre cómo podemos actuar para que nuestra Salud Mental no se resienta preocupantemente tras un periodo de cuarentena. Puedes encontrarlas a continuación recogidas de forma sintética:
    • Es importante tener presente que estamos haciendo esto por un bienestar social general.
    • Mantener unas rutinas de ejercicios, comida y sueño es primordial para que nuestro día a día siga cierto orden y podamos mantener un ritmo biológico óptimo.
    • Como decíamos anteriormente, cuida e incluso enriquece el contacto social.
    • Toma el control de los pensamientos negativos. Cuando estos aparezcan, podemos realizar un ejercicio de meditación y relajación con el que consigamos ver que nuestros pensamientos no son más que eso: ideas, que no tienen por qué hacerse realidad.
  • Si lo necesitas, busca ayuda profesional. Si después de estas recomendaciones, aun sientes nerviosismo, tristeza u otras sensaciones que te producen malestar e interfieren con tu desempeño diario, consulta con un profesional de la Salud Mental. En casos de hipocondría y otros trastornos relacionados con la ansiedad es importante que durante estos días se reciba el apoyo psicológico adecuado, puesto que una mala interpretación de síntomas característicos ansiosos (como puede ser la sensación de falta de aire), puede llevarnos a un auto-diagnóstico erróneo de Covid19 (cuyo síntoma más conocido es justamente ese) que no hará más que empeorar la situación.
  • Y por último, aunque no menos importante, si hay menores en nuestros hogares, establezcamos lazos de comunicación estables y seguros, adaptemos el lenguaje y la explicación de lo que ocurre a sus edades, y creemos con ellos una rutina que, como decíamos anteriormente, les permita tener un orden.

 

Silvia Muñoz Morales

Máster en Psicología General Sanitaria

Twitter: @psicnetworkblog

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Psicóloga de We Doctor

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Hace ya un tiempo que el intensivista Gabriel Heras (Hospital Universitario de Torrejón – Sanitas) dio a conocer el Proyecto  HU-CI (Humanizando los Cuidados Intensivos), que tal y como él mismo describe “nace de la necesidad de mejorar, de comprender que los cuidados intensivos están formados por mucha gente (pacientes, familias y profesionales) y que toda ella es igual de importante”. Se trataba, en definitiva, de mejorar la asistencia en las UCIs españolas teniendo en cuenta tanto a pacientes como a familiares y profesionales. El proceso de humanización de las UCIs según este proyecto está implicando una serie de cambios en el funcionamiento de estas unidades que suponen un trato más humano para pacientes y familiares.

Pero, ¿por qué la UCI? Porque no es que el resto de especialidades no merezcan el mismo trato y, de hecho, a raíz de esta iniciativa se oye cada vez más fuerte la voz de la Humanización del Sistema Sanitario que ya en Marzo de 2012 comenzó a alzar Antonio Burgueño en el Blog de la Fundación Pro Humanismo y Eficiencia, y que se extiende hasta el campo de la Gestión Sanitaria, tal y como Iñaki González nos contaba la semana pasada en el Blog de IMF Business School.

Pensemos, pues, qué y cómo es una UCI: una unidad cerrada en la que el estado crítico de los pacientes no permite que haya familiares acompañados salvo a determinadas horas del día y durante unos pocos minutos; imaginémonos por un instante que abrimos los ojos y no podemos hablar, que nos damos cuenta de que estamos rodeados de cables, conectados a un respirador, sin más referencia externa que la vista por el rabillo del ojo de un monitor o sus intermitentes pitidos…. ¿se nos ocurre una situación menos humana que la de estar bordeando la muerte en un ambiente tan poco cálido y tan alejado de los nuestros? A mí no, la verdad. Si algún servicio merecía que alguien pensase en su humanización desde luego era la UCI.

Fue en este momento cuando empecé a cuestionarme si todo lo que había aprendido durante mis años de residente de psiquiatría había sido bueno o adecuado. Había vivido situaciones muy duras pero siempre las asumí como algo inherente a la profesión que había elegido. Y me vinieron a la mente algunas de estas situaciones. Recuerdo especialmente el impacto de una contención mecánica una noche de guardia siendo residente de primer año: se trataba de una menor de edad procedente de un centro de menores y con un historial social verdaderamente alarmante, que acudía a urgencias traída por el personal del centro por alteraciones graves de conducta. A la vista tanto de su conducta agresiva (tengamos en cuenta cómo podría ser ésta en una niña de 10 años que apenas alcanzaría los 40 kilos de peso) y su historial social, el adjunto responsable de la guardia decidió, para mi sorpresa, tratar a esta niña que en la calle se comportaba como una adulta (irresponsable pero adulta: consumo de tóxicos, conducta sexual…) como si se tratara de un paciente adulto, y procedió a su contención mecánica, que se prolongó hasta el cambio de guardia del día siguiente. La sorpresa no fue sólo mía, afortunadamente, y la mayor parte del servicio criticó esta medida y la calificó de atrocidad. Pero ni fue la primera ni fue la última vez que presencié o indiqué una contención mecánica; sí lo fue para el caso de un menor de edad, pero no para el caso de los adultos en quienes las medidas de contención mecánica son muy frecuentemente indicadas cuando el paciente presenta un estado de agitación psicomotriz, aún cuando la norma nos dicta que llevarla a cabo como último recurso y si previamente fallan la contención verbal y/o química.

Ahora imaginemos que, estando deprimidos, la idea del suicidio nos lleva irremediablemente a un ingreso, o que nuestra esquizofrenia, trastorno bipolar o de la personalidad se descompensa y el psiquiatra indica nuestro ingreso en la UHP (Unidad de Hospitalización Psiquiátrica) y que, para más INRI, lo hace en contra de nuestra voluntad y avalado por un juez. La sala de psiquiatría no es menos cruda que la de la UCI, la verdad. Son distintas, sí, en psiquiatría no suele haber cables, monitores o respiradores; de hecho, suele haber bien poco o nada. Suelen ser salas cerradas a cal y canto en las que los pacientes no pueden tener acompañantes, despojados de sus pertenencias personales como el móvil, aislados por completo hasta que se les permiten las visitas y llamadas y las salidas terapéuticas. Suena duro e incluso cruel, pero creerme, todo esto tiene su sentido, una finalidad terapéutica; la clave está en utilizar estos recursos terapéuticos adecuadamente para no incurrir en un abuso de autoridad y violar así los derechos del paciente.

Pero al margen de todas estas medidas, a priori coercitivas pero inevitables en muchos casos, ¿hay algo que podamos hacer para hacer más agradable la estancia de nuestros pacientes y sus familiares en la UHP? Esta es la pregunta que comencé a hacerme cuando conocí la corriente de la Humanización Sanitaria y son muchas las reflexiones que he podido hacer en los últimos años a lo largo de mi recorrido por los diversos servicios de salud mental en los que he trabajado.

Mi primera conclusión fue general: para conseguir humanizar la asistencia psiquiátrica deberíamos conseguir humanizar nuestro sistema de salud mental en general, comenzado por la concienciar a la administración sobre la importancia de la salud mental, pasando por gestores y jefes clínicos para, finalmente, llegar a los facultativos y al resto del personal. Y con esto lo que digo es: si yo tengo una buena idea para mejorar la estancia en la sala de agudos pero mi jefe no me apoya, o a mi jefe no le apoya el gerente, o al gerente no le apoya Conselleria (bien sea por desidia, bien sea por déficit de recursos económicos…), nuestra tormenta de ideas se queda en casa y no nos sirve de nada; es decir, necesitamos que nuestros gestores comprendan la importancia de llevar a cabo ciertos cambios, que nos escuchen y nos permitan llevar a cabo mejoras que, en muchos casos, no suponen un coste económico tan elevado. Y, ¿por qué no decirlo? Necesitamos profesionales que estén dispuestos a luchar por conseguir estos cambios, e instituciones dispuestas a apostar por ellos. Pero, desafortunadamente, esto no parece ser tarea sencilla. No hay más que ver cómo el proyecto de reforma del antiguo Psiquiátrico de Bétera en una Unidad de Media Estancia anunciado por la Diputación de Valencia parece haber quedado en un brindis al sol (o, al menos, en un año ha avanzado poco o nada). Y podría seguir poniendo algún que otro ejemplo sobre cómo nuestro actual sistema favorece poco la mejora de nuestros servicios en pro de la calidad y la humanización de la asistencia, y más bien se centra en subsistir manteniendo sus elementos tradicionales, pero no quisiera perder de vista mi verdadero objetivo: describir algunas de las iniciativas humanizadoras de la psiquiatría que ya podemos ver en nuestro país, reivindicarlas y apostar por su generalización.

En los últimos meses son dos las iniciativas que la prensa ha destacado en este sentido. La primera tuvo lugar a finales de Abril cuando el diario La Verdad nos contaba en este artículo cómo los compañeros de Psiquiatría del Hospital General Universitario Santa Lucía de Cartagena (Murcia) ponían en marcha una sala para reducir el estrés en los pacientes y la describía como una iniciativa que nacía con el objetivo de crear un espacio diseñado para mejorar el cuidado del paciente en una situación de crisis, y que los profesionales puedan emplear alternativas a las técnicas habituales, dirigidas a disminuir la agitación y la conducta agresiva de algunos pacientes. El diseño de esta habitación permite reducir el estrés, la agitación o la agresividad de estos enfermos, a través de la utilización de los sentidos. De ahí que los ejercicios que los profesionales realicen se basen en los estímulos visuales, auditivos, olfativos y táctiles”.

La semana pasada este otro artículo de Redacción Médica se hacía eco del Proyecto BETA, que forma parte del Plan de Humanización del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario del Henares (Madrid), un programa pionero cuyo fundamento “está basado en el respeto al paciente y en el uso de la palabra para que el paciente colabore en el tratamiento de la agitación. Entre las ventajas de este modelo se encuentran que se producen menos lesiones al personal sanitario y al propio paciente, se reduce la estancia hospitalaria y aumenta las posibilidades de que, en episodios posteriores, el paciente acuda al hospital voluntariamente”.

Como veis, se trata de dos iniciativas muy loables que requieren del esfuerzo de los profesionales sanitarios pero también de la implicación de nuestros gestores.

Hasta el momento desconozco que exista alguna iniciativa similar en la Comunidad Valenciana y, si no existe, deberíamos luchar por ella. Un cambio de paradigma en la asistencia psiquiátrica es posible, nuestros pacientes y sus familias lo piden y nosotros tenemos la obligación de responder a esta demanda justa, lógica y humana.

Ya somos algunos los profesionales, tanto facultativos como enfermeros especialistas, dispuestos a trabajar en esta línea. Ahora sólo nos queda esperar que este modesto artículo sirva para dar voz a esta necesidad en la Comunidad Valenciana y que esta voz no se apague, que sea capaz de llegar a esa vertiente humanista que debiera existir también en instancias superiores.

 

 

Neria Morales Alcaide

Licenciada en Medicina y Cirugía. Especialista en Psiquiatría.

Neria Morales-Psiquiatra en Valencia. 

Psiquiatra de We Doctor.

Solicitud de consulta online con Neria: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/1474564