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¿Cómo preparar la vuelta al colegio?

Con la llegada del mes de septiembre damos por finalizadas las vacaciones de verano, las cuales han supuesto para nuestros hijos unos meses sin ir al colegio, teniendo en cuenta que debido a la situación sanitaria que estamos viviendo desde el mes de marzo a causa del Covid-19 se añaden unos meses más. Se termina un periodo intenso lleno de momentos agradables, de desconexión…mezclados con incertidumbre, por lo tanto, no debe extrañarnos que para muchos la idea de tener que volver al colegio no tenga mucho aliciente y se viva con dudas, ya que saben que se van a encontrar ante una nueva rutina escolar, y además algunos también se enfrentan a nuevos centros, nuevos compañeros, nuevos profesores …

No nos olvidemos que son niños con defensas emocionales diferentes a las nuestras, por este motivo; los padres (quienes somos el principal sustento emocional), debemos estar atentos para poder ayudarlos y comprenderlos de la mejor manera posible para que la vuelta a las clases sea lo más natural y relajada posible.

La actitud que nosotros mostremos más algunas pautas para animar a los pequeños y reorganizar sus rutinas serán de mucha ayuda.

¿Cómo podemos ayudarles?

Aquí os facilito unas pautas que considero básicas para que la vuelta al cole sea lo menos traumática posible para nuestros hijos.

Es importante que les demos ejemplo a nuestros hijos y no les transmitamos ideas negativas sobre la pereza que da volver a la rutina junto a la incertidumbre y el miedo por la situación sanitaria que estamos viviendo…

Pensemos que observan y imitan lo que decimos y hacemos, así que os recomiendo que resaltéis el lado positivo de la vuelta al colegio y de las actividades extraescolares tipo: “verás de nuevo a tus amigos”, “aprenderás cosas nuevas”…

Si durante el verano los niños han realizado algunos deberes o han leído, la vuelta a la normalidad les resultará menos costosa porque su rutina veraniega no habrá desconectado del todo de la escolar; particularmente yo recomiendo (aunque hayan aprobado el curso): escribir un diario de verano, leer, repasar conceptos con un cuadernito de verano…

  • Regular horarios.Algunos días antes de empezar el colegio es conveniente que graduemos progresivamente los hábitos: hora de irse a la cama, levantarse, comidas… de manera que poco a poco se retome la rutina habitual y el cambio no sea tan radical.  Además no deberíamos eliminar todas las actividades de ocio de golpe cuando empiecen las clases.
  • Es habitual que sientan un poco de miedo ante lo desconocido: en qué clase les va a tocar, si van a tener que llevar la mascarilla puesta todo el día, qué profesor/a tendrán, si el curso será difícil, si volverán a confinarlos…
    Si es un cambio de ciclo y cambian de edificio (como es el caso de primaria a secundaria), se preguntan cómo les irá la nueva etapa, si congeniarán con los nuevos compañeros, si las clases serán presenciales todo el curso o tendrán que trabajar online si hay brotes de Covid… Hablemos con ellos sobre futuras dudas que tengan, escuchemos sus necesidades y acompañemos en este inicio de etapa.

Ante todo esto, es bueno que sientan que sus preocupaciones son importantes para nosotros, que les escuchamos, que les apoyamos, pero sin reforzar.
Una vez terminen de comunicarnos aquellas inquietudes que tengan, les debemos explicar que es normal que estén nerviosos, pero debemos hacerles saber que aunque comprendemos que se sientan así, plantearles que ellos pueden, que incluso se lo pueden pasar bien, que vamos a estar a su lado, y que se puede elaborar un plan para conseguirlo, es básico para que se sientan más seguros.

  • Hacer que se ilusionen. Es bueno que les hablemos mucho de sus amigos y de lo bien que se lo pasan en el colegio con ellos; recordarles aquellas actividades que les gustan y que no pueden hacer en casa como por ejemplo: compartir momentos divertidos de juego y/o risas con sus amigos cuando salen al patio.
  • Preparar el material. Implicar a nuestros hijos en la compra del material escolar puede ser un buen momento para ir hablando de la vuelta a las clases: preparar mochilas…
  • Dar importancia al primer día. Nuestros hijos se sentirán mucho más seguros si los acompañamos nosotros el primer día de clase, deben saber que estaremos allí para ayudarles con sus miedos, dudas, inquietudes… es fundamental que el primer día se haga sin prisas y con calma para no añadir todavía más estrés.
  • Actividades extraescolares. Elije aquellas que les gusten: si les gusta jugar a fútbol no los apuntes a piano porque te guste a ti, elige aquellas actividades extraescolares que puedan disfrutar.

No os olvidéis de empezar el curso con buen pie: podéis establecer un compromiso en el que se comprometan a adquirir nuevos hábitos, que sean autónomos en el estudio, que se responsabilicen de sus mochilas y que sean ellos los que se las preparan por la noche; nada de buscar los deberes o la guitarra por la mañana.

Debemos dejarles claro desde principio de curso que son ellos los que tienen que estudiar y hacer los deberes, que cada niño es responsable, ya se ha acabado el chat de madres y padres donde se preguntan los deberes, se cuelgan y hasta se resuelven entre todos.

El cambio debe vivirse como algo positivo, debemos enfocarles las cosas positivas tipo: verás y hablarás con tus amigos, aprenderás cosas nuevas, en caso de confinamiento estarás unos días en casa y según evolución volveréis de nuevo a clase, pero no dejarás de estudiar y hacer tus tareas…

Si te surge alguna duda o tienes alguna preocupación al respecto, te invito a que contactes conmigo; y si crees que este post puede ayudar a alguien, te invito a que lo compartas.

 

Aida Canals López

Psicóloga General Sanitaria

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¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una respuesta de nuestro organismo que pone en marcha una serie de recursos para afrontar una situación que es percibida como potencialmente peligrosa, aunque ésta no lo sea. Esta activación permite que estemos preparados para huir o luchar, lo que antiguamente era un mecanismo muy valioso para la supervivencia y lo sigue siendo.

Esta activación del cuerpo es normal y todos la sentimos en mayor o menor medida, pero puede darse en situaciones que no requieren de dicha alerta o puede reaccionar de forma excesivamente intensa o desproporcionada, provocando una serie de problemas e interfiriendo en el bienestar de la persona y su rutina diaria.

Algunos de los síntomas más habituales de ansiedad pueden ser: taquicardia, nerviosismo, preocupación, falta de concentración, sudores, mareos… Los síntomas pueden variar mucho de una persona a otra, por lo que cada uno la experimentará de diferente forma.

La ansiedad también puede aparecer en niños y en ocasiones pasar desapercibida. Es importante tener muy presente que existen estrategias psicológicas eficaces para ayudar a los niños a afrontar y llevar mejor la ansiedad. Si se les ayuda ahora, se les evita sufrimiento en el futuro.

¿Qué causa la ansiedad?

No existe una única causa en la ansiedad, de la misma forma que en muchos otros aspectos psicológicos influyen múltiples factores. La aparición de la ansiedad se debe a una influencia conjunta entre causas biológicas, psicológicas y sociales.

¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene ansiedad?

Es importante, sobre todo en la infancia, distinguir la ansiedad del miedo. En el desarrollo del niño pueden aparecer diversos miedos que son normales para su edad. No obstante, en ocasiones puede ser complicado distinguir cuáles son miedos normales y cuáles no lo son para su edad. Algunos miedos pueden persistir mucho tiempo, a veces hasta la edad adulta.

Entre los miedos comunes en los primeros años de edad, hasta los 5 años, está el hecho de separarse de los padres, el miedo a la oscuridad, a las personas extrañas o no conocidas y a los animales. Otros temores habituales, entre los 6 y 12 años, son las tormentas o los daños físicos, mientras que en la adolescencia es frecuente el temor al ridículo, al aspecto físico o a los exámenes.

Básicamente, la diferencia entre el miedo y la ansiedad es que la reacción emocional del miedo siempre está originada a partir de un objeto o estímulo que lo provoca, una amenaza o peligro real, mientras que la ansiedad no es una respuesta ante algo realmente peligroso, sino que la respuesta es más inespecífica y subjetiva (se percibe una situación neutra como peligrosa).

La ansiedad es compleja, abarcando una variedad de síntomas de distintas áreas (tanto físicos, como de pensamiento y comportamiento), por lo que cada niño lo vivirá de forma distinta.

Además de los síntomas habituales, en los niños la ansiedad puede expresarse de formas más sutiles, por lo que estos síntomas que te explicamos a continuación te ayudarán a detectarlo:

Físicos: los niños pueden sentir que su corazón va muy rápido, empezar a sudar mucho o temblar, así como notar que sus pies y manos están más fríos. También pueden aparecer dolores de cabeza o de barriga y, en el caso de que no tengan un origen físico, podrían estar provocados por la ansiedad. Es importante no subestimar estos síntomas.

Cognitivos (pensamientos): la preocupación y la anticipación son un aspecto clave. Si tu hijo se preocupa mucho sobre alguna cosa que va a pasar o tiene que hacer, pensando que algo malo va a pasar, sin saber si eso realmente va a ser así, puede que sea por ansiedad. En general, todo lo malo que se anticipa no suele pasar.

– Comportamiento: para no sentir ansiedad y no tener que sufrir, los niños suelen evitar las situaciones que les generan malestar. Esta evitación genera seguridad, pero mantiene el problema a largo plazo al no afrontar la situación que provoca ansiedad.

¿Cómo puedo ayudarle a sentir menos ansiedad?

Si tu hijo/a tiene ansiedad, lo más probable es que no quiera ir a sitios o hacer cosas que le haga sentir inquieto o nervioso. Es lógico y normal, ya que lo habitual es tratar de evitar ese sufrimiento. Sin embargo, debes tener en cuenta que, aunque la evitación de lugares o situaciones que generan ansiedad la disminuye al principio, al no tener que afrontarla, posteriormente volverá a aparecer ante la misma situación o lugar.

Lo mejor ante la evitación es ir paso a paso, motivándole para que vaya acercándose a esa situación temida y vea que no pasa nada. Si va superando las pequeñas metas, poco a poco se sentirá más fuerte ante la ansiedad y ésta será menor.

Otra manera de reducir la ansiedad, sobre todo las sensaciones físicas (por ejemplo, si el corazón le va rápido), es mediante ejercicios de relajación adaptados a su edad. En primera instancia, la relajación se tiene que practicar en momentos de seguridad y tranquilidad, para luego hacerlo en momentos de tensión y generalizarla a actividades cotidianas.

Se puede empezar mediante la respiración diafragmática, enseñándole a que hinche la barriga como si fuera un globo, soltando el aire lentamente. Una vez se ha conseguido dominar la respiración, se puede pasar a relajaciones más complejas, como la relajación progresiva, tensando y destensando grupos de músculos para aliviar la tensión.

En caso de que la ansiedad no disminuya o si ves que tu hijo sigue evitando situaciones importantes, lo recomendable es acudir a un psicólogo para que le pueda ayudar a controlarla.

 

Autores:

Jacqueline Hellmüller
Psicóloga General Sanitaria
Graduada por la Universidad Ramon Llull (URL) y con Máster Universitario en Psicología General
Sanitaria, ofrece atención psicológica especializada para la ansiedad infantil.

Adrián Hervás Pérez
Psicólogo General Sanitario
Graduado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y con Máster Universitario en
Psicología General Sanitaria, proporciona atención psicológica a adultos tanto para la ansiedad
como depresión en consulta física y online.

Psicólogo Online de We Doctor.

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Página web: www.psicologosanimae.com

¿Qué es el Síndrome de Tourette?, ¿tiene tratamiento? Responde a estas y otras preguntas en el post que hoy dedicamos a este trastorno motor…

Debe su nombre al neuropsiquiatra que lo describió por primera vez en 1885: Georges Gilles de la Tourette. El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5; APA 2013) lo recoge como uno de los tres tipos de Trastornos de Tics existentes:

  1. Trastorno de tic persistente (o crónico), que pueden ser tanto motores como vocales.
  2. Trastorno de tic transitorio.
  3. Trastorno de Tourette (o Síndrome de Tourette), en el que se produce la presentación tanto de tics vocales como motores durante, al menos, 1 año.

Pero, ¿en qué consiste concretamente este síndrome? Antes de responder a esta pregunta, debemos tener en cuenta que toda la información aquí contenida persigue un objetivo meramente informativo y que, para confirmar este diagnóstico, es necesaria la evaluación y el criterio de un profesional.

Así pues, los criterios que han de cumplirse según el DSM-5 para el diagnóstico de este síndrome son:

  • Los tics (motores y vocales) han estado presentes en algún momento, aunque no necesariamente de forma recurrente.
  • Los tics pueden aparecer intermitentemente, pero persisten durante más de un año desde la aparición del primero.
  • Comienzan antes de los 18 años.
  • El trastorno NO se puede atribuir a los efectos de alguna sustancia (por ejemplo, cocaína) o a otra afección médica.

Como podréis encontrar en el portal de Tourette.org, “lo general es que los primeros síntomas sean tics de la cara, los brazos o del tronco… los tics vocales se producen junto con los movimientos. Estas vocalizaciones pueden incluir gruñidos, carraspeos, gritos y ladridos. También pueden expresarse como coprolalia (definida como el uso involuntario de palabras obscenas o de frases inapropiadas)”.

Se ha observado además, que existe un alto nivel de correlación entre la presentación de este síndrome y el diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) o de Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), y que tiene un fuerte componente genético.

TRATAMIENTO

Generalmente, en los casos más graves se prescribe medicación neuroléptica para aliviar los síntomas motores, si bien es cierto que en los casos leves o moderados en los que no se ve impedido el desarrollo de la vida diaria de la persona, no se requiere este tipo de tratamiento. Pero es importante tener en cuenta que su empeoramiento está estrechamente relacionado con las situaciones de crisis en los que se aumenta la ansiedad y el estrés. Por tanto, la terapia psicológica es fundamental para tratar estos problemas asociados, así como aquellas potenciales repercusiones tanto en el aprendizaje como en la conducta de los menores que padecen este síndrome. Además, es frecuente que estos chicos y chicas vean afectadas las relaciones con sus iguales y necesiten del trabajo con el manejo de emociones para conseguir un desarrollo social adecuado.

Si quieres saber más, no dudes en echar un vistazo a este enlace -> Síndrome de Tourette: preguntas frecuentes o ver la película “Al frente de la clase”, basada en un caso real y de la que os dejo a continuación una escena:

 

Silvia Muñoz Morales

Máster en Psicología General Sanitaria

Twitter: @justpsyblog

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Psicóloga de We Doctor

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En unos días llegan los Reyes Magos cargados de regalos que en la mayoría de las ocasiones son demasiados y incluso innecesarios.

Muchas veces los niños reciben tantos regalos que se ven desbordados terminando por hacer caso a muy pocos de ellos y no es nada raro ver a niños rodeados de juguetes diciendo que se aburren.

¿Por qué?

Sencillamente porque no valoran lo que tienen.

Cuando no nos tenemos que esforzar por conseguir la cosas que queremos, no las valoramos tanto como aquello que conseguimos porque hemos luchado por ello.

Así que vale más que apliquemos el sentido común y NO llenemos al niño de regalos innecesarios.

Los niños eligen sus regalos guiados por sus gustos, por la publicidad que ven en la televisión, por los juguetes que ven a otros amigos…

Debemos enseñarles a que valoren lo que tienen y debemos ser realistas: estamos viendo niñas de 13 años con el último Iphone y niños de 6 años con la PS4 Pro…

Con todos mis respetos y con todo el cariño del mundo: hay una edad para todo; los niños tienen que aprender que no se puede tener en la vida.

Hace poco me comentaba una madre: “es que sino le compramos el Iphone a nuestra hija se fustra, porque como sus amigas lo tienen…”

No voy a entrar aquí en un debate sobre a qué edad es recomendable tener el primer móvil, porque sí es cierto que cada vez empiezan a edades más tempranas (aunque no es nada recomendable desde mi punto de vista); pero hay muchos tipos de móviles… ¡no tiene que ser necesariamente un Iphone a esta edad!
Hay muchas marcas y modelos en el mercado más asequibles y con la misma funcionalidad.

Volviendo a la madre… le comenté que es bueno que su hija aprenda a frustrarse, y que le servirá para superar otras crisis que irá teniendo con el paso de los años.

Una reflexión que deberíamos hacer antes de regalar a un niño consiste en preguntarse si aquel juguete cumple con las características necesarias para dejarle rienda suelta a su imaginación y su capacidad creativa.

Y por último, muchos de vosotros os preguntáis cuántos regalos debería recibir vuestro hijo el día de Reyes.

Pues bien, cuando me hacen esta pregunta, me gusta sugerir 3 regalos como una cantidad adecuada (lo que sería equivalente a uno por Rey).

Estaría bien que un regalo fuera un libro de lectura o material escolar, otro podría incluir ropa o complementos y el tercero algo que realmente quieran: un juguete, un juego…

Quiero hacer hincapié en que lo más caro no es ni lo más bueno ni lo que más necesitan y que se tenga en cuenta la edad del niño.

El problema muchas veces está en que la familia es amplia: abuelos, tíos, vecinos… con quienes es bueno que hablemos y pactemos por el bien de nuestros hijos.

De lo contrario, si empiezan a abrir regalos y más regalos ocurre que:

– No los valoran lo suficiente.
– Se vuelven caprichosos y consumistas.

– Pierden la ilusión.

Espero que haya podido aclararte alguna duda si la tenías, y si consideras que este post puede ser de utilidad a alguien que conozcas, te invito a que lo compartas.

 

 

Aida Canals

Psicóloga General Sanitaria

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¿Qué es morir?

Morir es terminar de vivir.

Explicaciones tales como: “está en el cielo”, “desapareció”… no son tranquilizantes si no se les explica claramente que de lo que se trata es del final de una vida.

No debemos engañarles diciendo: “cuando seamos muy mayores”.

Sabemos que lamentablemente no es siempre así: mueren bebés, niños, jóvenes, adultos, mayores… morimos cuando se nos acaba la vida.
Todo lo que nace, muere.

Siempre hay que decir la verdad y adaptar el mensaje a la edad del niño.
Hay que decirles que ese ser querido: abuelo, primo… se ha muerto y no vamos a verle más, que va a estar en nuestro recuerdo, que hemos estado muy a gusto mientras hemos estado con él.

Hasta los 6 años los niños no se angustiarán con el tema de la muerte, hablarán con naturalidad y después de obtener las respuestas que buscaban, continuaran con sus juegos, sus películas… nos angustiamos los adultos.

Cuando los niños no hacen preguntas acerca de la muerte de un ser querido no significa que no las tengan.
Ellos perciben que formularlas abiertamente provoca angustia y incomodidad en los adultos.

La muerte sigue siendo un tema tabú hoy en día pero debemos enseñar al niño a manifestar sus propias emociones.

Debemos observar su comportamiento y ayudarles a gestionar y vivir la tristeza porque también ellos necesitan llorar una pérdida y necesitan apoyo, comprensión y cariño.
Dependiendo de la edad de éstos puedan manifestar sus emociones a través del llanto, del dibujo, de las verbalizaciones…

Tampoco no es nada recomendable dejar a los niños al margen de las ceremonias de despedida.

A partir de los 10 años ya comprenden lo que ha ocurrido, pueden ir a ver a un enfermo, a una funeral, a un cementerio a llevar flores… siempre y cuando la familia le explique el por qué hace eso.

Con eso no quiero decir que tengan que ir a un tanatorio, porque los féretros acostumbran a estar abiertos; tampoco no hace falta explicar detalles del fallecimiento (y más si este ha sido por suicidio), o que vean el cadáver, porque les va a costar asimilarlo.

Pero sí que puedan asistir a las ceremonias de despedida, y en especial aquellas que son un homenaje a la vida de modo que tengan los mejores recuerdos de la persona fallecida.

Algunas posibles respuestas a preguntas complejas.

La muerte se puede explicar en términos de ausencia de funciones vitales, por ejemplo: las personas se mueren cuando ya no respiran, no comen, no hablan, no piensan y no sienten.

Ante la respuesta de: «¿Cuándo te morirás tú? »
La mejor manera para contestar puede ser: «¿Te preocupa que no esté aquí para cuidarte? Yo no pienso morirme en mucho tiempo. Espero estar aquí para cuidarte todo el tiempo que necesites. Pero si mamá y papá se mueren, habrán muchas personas que te cuidarán: el abuelo, la abuela, los tíos…»

Y por último, no es nada recomendable comparar la muerte con el sueño, ya que pueden sentirse confundidos y empezar a tener miedo de irse a la cama por si se quedan dormidos y no se despiertan.

Finalizo este post con esta frase de Elisabeth Kubler-Ross que espero que te inspire:

“Es sólo cuando realmente sabemos y entendemos que tenemos un tiempo limitado en la tierra – y que no tenemos manera de saber cuando nuestro tiempo se ha acabado, que entonces comenzará a vivir cada día al máximo, como si fuera el único que teníamos”

 

 

Aida Canals

Psicóloga General Sanitaria

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