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En mayo del 2017, mientras subía a casa por la escalera, tuve la sensación de que necesitaba ir urgente al WC. Llegué, y me metí en servicio pensando que menuda diarrea. Cuando acabé y miré la presunta diarrea, me asusté, pues no era tal: era sangre, y llenaba la taza del WC. Como es natural me asusté. Al día siguiente, estaba con mi médico de cabecera, contándole lo que me había pasado, y me examinó. Lo que vio no pareció gustarle, y me dirigió al servicio de cirugía del Hospital de Guadalajara para que allí me vieran.

Después de hacerme las pruebas correspondientes, me remiten al servicio de Oncología, donde, después de algunas pruebas complementarias, me informan que tengo un adenocarcinoma de recto localmente avanzado, que me tengo que someter a diversas sesiones de Quimioterapia y de Radioterapia, y que lo más posible es que me tengan que operar, cerrarme el ano y ponerme una Ostomía fija en la tripa, y que a partir de ahí, ya será para siempre.

Cuando me lo dijeron, me hundí. Como trabajador de la Sanidad, sé de sobra el miedo que da la palabra CÁNCER, y cuando me imaginé con una bolsa colgada de mi tripa para lo que me quedara de vida y haciendo mis necesidades biológicas así, me sentí menos que la arena del arenero de mi gato. Sentí que acababa de dejar de ser persona.

Después de varias sesiones de Quimio y Radioterapia, llegó el momento en que quedé citado para ingresar y operarme: el 29 de Noviembre de 2017. En esa fecha ingresé, y al día siguiente, 30 de Noviembre, me operaron.

Cuando, después de muchas horas de operación, me desperté en la Reanimación, era de noche y me encontré que tenía una raja en la tripa, dos drenajes, (uno en cada nalga) …y una bolsa en la tripa: Mi Ostomía.

Cuando lo vi, se me sentí fracasado y fatal. Lloré y me sentí fatal. Cuando vino el cirujano a verme, y le pregunté “si no se había podido evitar la bolsita”, me dijo que no, que el tumor era demasiado grande, y que no era posible. A las pocas horas, me subieron a planta, y allí comenzó mi convalecencia, y me empezaron a enseñar a cuidarme el estoma, a cambiar el disco y la bolsa, etc.

Con el apoyo de mi pareja, mis hermanos, primos, amigos y demás, con los ánimos que ellos me transmitían, oyendo a otros pacientes a quienes les había sucedido lo mismo, empecé a asumir que tendría esto para el resto de mi vida, que tenía dos opciones: no operarme, que se produjera metástasis y me fuera al otro barrio…o ponerme la Ostomía. Y claro, ante ello, para mí, la opción estaba clara: Quería seguir viviendo.

Cuando salí del hospital, pensé en unirme en Guadalajara a alguna asociación de pacientes como yo…pero no había. Al no haber, y después de haber preguntado a la enfermera que me lleva en mi Centro de Salud y a la enfermera de la Consulta de Ostomía, les pareció muy buena idea…y me volví loco, y me puse a ello.

Hice unos cuantos carteles, y poco a poco la gente los va viendo, y se va poniendo en contacto. En el momento adecuado, nos constituiremos y empezaremos a brindar apoyo a otros pacientes como nosotros. Para que vean que sí, que hay vida después de una Ostomía. Que no vale la pena deprimirse o minusvalorarse por una “bolsita”. Que la vida es larga y bella, y que nos queda mucho por hacer. Porque no es lo mismo que un profesional te dé datos científicos para darte ánimos, a que veas tú a otra persona que ha pasado lo que tú estás pasando y/o vas a pasar.

Porque si esa persona pudo y puede, tú también podrás. Para que sepamos que, si necesitas apoyo o ayuda porque te sientes fatal, te vas a encontrar con alguien que te va a entender. Que no estás sol@. Que la Ostomía no es el fin de tu vida, sino un nuevo comienzo.

Pero nada de esto, para mí, me hubiera sido posible hacerlo sin el Amor, Apoyo, Ayuda y Cariño de mi pareja, de todos mis hermanos, primos y sobrinos. De mis amigos, de mis compañeros y compañeras de trabajo, del persona de los servicios de Oncología y Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario de Guadalajara (médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, señoras de la limpieza), de las enfermeras y médicos de mi Centro de Salud, que me han ayudado a desdramatizar situaciones que yo pensaba dramáticas y que no lo eran tanto…o sí, pero que todo tenía salida, y cuyos consejos me han sido imprescindibles, yendo más allá de su deber, y tratándome como un amigo, así como de toda una larga lista de personas que, constantemente, me han dado ánimos en momentos difíciles, y cuya mención haría el artículo interminable, pero que están en mi corazón.

Aún tengo mis miedos, claro que sí. Aún me oculto en parte detrás de mi bolsa de Ostomía. Aún estoy con sesiones de Quimioterapia postoperación (voy cuando escribo este artículo por la 8ª Sesión), quizá más Radioterapia…y luego ya veremos. Quiero recuperar mi vida, poder volver al Hospital La Paz y ver a mis compañeros y compañeras otra vez (acabo de cumplir los 65 cuando escribo esto), e ir recuperando mi vida normal.

Pero tengo claro que voy a seguir luchando porque se lo debo a toda la gente que me quiere el hacerlo. Cuando tanta gente te ama, no puedes ni debes rendirte. Se trata de ser guerreros, y seguir luchando. No soy un héroe: soy como tú, una persona normal y corriente, con sus miedos e inseguridades. Pero se  trata de sobreponerse a esto y seguir adelante. De no rendirse nunca, por mal que creas estar.

Y si estás o te sientes mal, recuerda: Yo he pasado lo que tú, y si me necesitas, mi bolsa de Ostomía y yo estamos contigo.

 

 

Enós-Tomás Pastrana Delgado

Fundador de Ostomizados Castilla-La Mancha.

https://www.facebook.com/OstomizadosDeGuadalajara/

Twitter: @OstomizadosG