Los profesionales de la salud tenemos el honor de aproximarnos a la vulnerabilidad de otras personas. Puede ser el paciente que llega a consulta por unos síntomas poco habituales en él o ella, quien llega a la revisión anual, o aquella persona que nota cambios en su estado anímico y necesita una guía para recorrer el camino del auto-descubrimiento y el cambio. Todas estas personas confían en nosotros aun sin conocernos, nos muestran una faceta vulnerable que no suelen mostrar con otras personas por temor a ser rechazadas o a que sean juzgados como “débiles”.
Considero que depositar en un profesional esa confianza tan personal y única, es un regalo que nos hacen los pacientes cada día y precisamente por ello, debemos cuidar al otro, debemos atender al otro desde la calma, la empatía y compasión. El eje central de respetar y cuidar la vulnerabilidad ajena, es la aceptación incondicional del otro, de quién es, de su biografía, de sus fortalezas, de sus circunstancias vitales.
Humanizar el trato al paciente desde la aceptación incondicional, requiere de nosotros un esfuerzo consciente, sabiendo que la otra persona es alguien único, donde su biografía, experiencias y emociones, tienen una influencia directa en su salud, atendiendo de manera personalizada a cada paciente. Considero que para alcanzar esta aceptación incondicional, podemos hacer varias cosas, entre ellas:
- Confiar plenamente en la capacidad de la otra persona para gestionar su salud: La confianza ha de ser bidireccional, de modo que el paciente confíe en nosotros pero nosotros también confiemos en él o ella, en su capacidad para cuidarse y sentirse mejor. Confía también en la capacidad que tenemos los humanos de cambiar, de hecho una de las verdades más importantes de la vida, es que todo cambia y es la naturaleza impermanente de nuestra existencia la que asegura que podemos cambiar hábitos, que podemos cuidarnos más y mejor. Transmitir la idea de que el paciente puede hacer muchas cosas para mejorar su salud (cambios en la dieta, introducción de ejercicio físico, cuidarse emocionalmente, realizar actividades de ocio, etc.) es tan importante como el diagnóstico y la adherencia al tratamiento farmacológico.
- No hay “casos perdidos”: Puede ser tentador que con algunas personas pienses: “este es un caso perdido, lo hemos intentado todo y nada funciona”. Cuando tengas este tipo de pensamientos has de reflexionar en la energía negativa que guardan en su interior estas palabras y en las emociones de impotencia, frustración y abandono que te provocan, lo que sin duda te llevará a juzgar al paciente, a no aceptarle tal y como es en cada momento. Las personas cambiamos constantemente y si el paciente ve en ti una figura que le acoge y acepta, es probable que halle en ti y en vuestra relación de ayuda, la fuerza necesaria para responsabilizarse de su salud.
- Ser empático y compasivo: En el anterior artículo que compartí contigo sobre la humanización, te hablé de la importancia de la empatía y compasión, dos emociones complejas que son los pilares sobre los que se asienta la humanización del entorno sanitario. Tu capacidad empática te permite conectar con el paciente, comprender lo que siente y lo que piensa, tu capacidad compasiva es la que te permite movilizar tu ayuda para reducir el sufrimiento del paciente. Si deseas ser un profesional más humano, la empatía y compasión son tus dos grandes herramientas.
- El amor es el que guía esta aceptación incondicional: Es probable que te suene extraño que hable de amor en el entorno profesional, pues nos han hecho creer que el amor solo lo puedes sentir por tus seres queridos o con personas con quienes tengas un trato más personal y profundo. Lo cierto es que el amor es el que te ha guiado en tu profesión, es el que te hace acudir cada día a la consulta, es el amor por la humanidad y tu deseo de ayudar el que te ha dado la fuerza necesaria para estudiar una profesión tan importante y que ha requerido de ti tanto esfuerzo. El amor es la energía más poderosa del universo y cuando somos capaces de compartirla con los demás, los cambios parecen más sencillos.
- Vincularnos emocionalmente para aceptar de manera incondicional: La empatía te ayuda a conectarte emocionalmente con los demás, pero para alcanzar la aceptación incondicional, además debemos vincularnos al otro y esta vinculación requiere de nosotros interés en saber quién es la otra persona, sintiendo genuina curiosidad por conocerle mejor. Hay algunas maneras muy sencillas para vincularte emocionalmente con los demás: sé amable, muestra interés, sonríe, mantente en sintonía con las emociones del paciente -mostrándote preocupado cuando él o ella expresan preocupación, manteniéndote esperanzado, etc.- sé respetuoso y honesto, mantente atento y flexible.
- Acéptate incondicionalmente a ti mismo: Solo de la aceptación incondicional de nosotros mismos, puede nacer ese espacio de aceptación absoluta de la realidad, de los demás, de la impermanencia y amor. Aceptarnos a nosotros mismos puede ser la mayor tarea que realicemos en nuestra vida, ya que en ocasiones somos nuestros peores jueces y críticos, nos hemos convertido en esa figura atemorizante que solo sabe reprocharnos cosas. Aceptarnos incondicionalmente requiere que te tomes tiempo para ti mismo, para entrar en contacto con tu esencia. Son muchas las actividades que te ayudan a alcanzar este nivel de serenidad: meditar, hacer ejercicio, practicar yoga, escuchar música, caminar, acudir a la naturaleza, la jardinería, cocinar, etc. Solo si te sientes a gusto en tu propia piel, podrás ayudar a otros a que se sientan satisfechos de su vida y afronten los retos con esperanza y confianza en sí mismos.
- Sé auto-compasivo: Durante mucho tiempo hemos malinterpretado la auto-compasión, comparándola a la lástima por uno mismo. En realidad la auto-compasión es el camino que te ayuda a aceptarte plenamente, no se basa en acentuar tus debilidades sino en saber que en realidad no posees debilidades y que en erealidad todo son fortalezas, son cualidades que te ayudan a avanzar en esta vida y crecer. A continuación comparto contigo unos párrafos de una meditación de auto-compasión que puedes leer e interiorizar cuando necesites reducir la auto-critica y aumentar la auto-aceptación.
Cada vez que te sientas estresado, cansado, culpable, avergonzado o incluso comiences a sentir desprecio por ti mismo… recuerda que el sufrimiento es pasajero y que es algo que compartes con todos los seres humanos… Repite para ti mismo: “que pueda encontrar la paz… que mi felicidad siga creciendo… que pueda liberarme de la tristeza… que pueda estar libre del sufrimiento físico…. que me pueda cuidar, amar y ser amado… que sea feliz”… Siente la fuerza de estas palabras…
Recuerda que el trasfondo que existe en esta aceptación, es el amor por el ser humano único que ha llegado hasta nuestra consulta, aceptando que el otro es como es, sin intentar cambiarlo, visualizando lo que podría alcanzar y trabajando junto a él o ella para alcanzar esos objetivos. Iluminas con tu presencia el a veces oscuro camino de la enfermedad, así de poderoso eres.
Elena Alameda Jackson
Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.
Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.
Psicóloga de We Doctor
Solicitud de consulta online con Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192