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En mi anterior post, estuve hablando de la importancia de la comunicación no verbal, esos canales silenciosos que nos permiten conectar con los demás y que se convierten en recursos esenciales para humanizar toda nuestra vida. En este nuevo artículo quiero hablar de la comunicación verbal y de la importancia de informar al paciente sobre su estado de salud, pronóstico, tratamiento y efectos secundarios de éstos.

Para mí hay dos elementos esenciales para establecer una comunicación efectiva con las personas (ya sea en el ámbito profesional o en el personal). El primero de ellos es la escucha activa y consciente, tema del que ya hablé en esta serie de post sobre la humanización. La escucha activa requiere un gran esfuerzo por nuestra parte porque supone no emitir palabras al tiempo que escuchamos con nuestro cuerpo y mente a la otra persona, evadiéndonos de todo lo que no sea el otro, centrándonos en el presente, en este instante concreto de nuestra vida. Esta habilidad la podemos aprender y para ello puedes seguir algunos de los consejos que ya te aporté en ese post:

Respecto al segundo elemento que considero clave en la comunicación que se establece para comprender al otro, para aproximarnos a su mundo único, son las preguntas. En ocasiones tememos hacer preguntas por las posibles respuestas que podamos recibir o por temor a hacer un interrogatorio en lugar de una exploración compasiva, pero este temor, como todos, nacen de la falta de información. El uso de las preguntas en tu comunicación diaria es un arte que perfeccionarás cuanto más practiques.

 

Solemos pensar que las preguntas impiden que el otro se pueda expresar libremente, pero en realidad la función de las preguntas es la de dar un espacio para reflexionar sobre temas que tal vez no se habían parado a pensar previamente. Por ello, es importante que sepas que existen preguntas abiertas y preguntas cerradas y que lo ideal es que equilibres el uso de ambas para lograr una comunicación desarrollada en torno a las necesidades del paciente.

Las preguntas abiertas son aquellas que nos permiten explorar algún tema de manera general, sin entrar en aspectos específicos. Nos ayudan a hacernos una idea general del momento vital que atraviesa la otra persona y nos permiten “romper el hielo”, es una manera ideal de comenzar nuestras conversaciones y envían la idea de que deseamos conocer más de él o ella, que tenemos genuino interés en conocerles más profundamente. Algunos ejemplos de preguntas abiertas que puedes usar en tu día a día son: “¿Cómo se encuentra anímicamente?” “¿Qué tal está descansando?” “¿Hay algún síntoma que le resulte especialmente molesto?

Las preguntas cerradas son aquellas que nos permiten acotar el tema que hemos comenzado a explorar con las preguntas abiertas, profundizando en la experiencia del paciente. Algunos ejemplos de este tipo de preguntas son: “Me ha comentado que en ocasiones siente ansiedad, ¿qué síntomas de ansiedad suele experimentar?“Al parecer tiene dificultades para conciliar el sueño, ¿está pidiendo la pastilla para dormir?” “Me comenta que uno de los síntomas que más le molestan es el dolor en su pierna, ¿es un dolor punzante, persistente, dura mucho tiempo, se reduce cuando toma la medicación para el dolor?” Considero que el uso de las preguntas abiertas y cerradas son herramientas esenciales que debemos aprender a usar porque el grado de conocimiento que poseamos de cada caso concreto que tratemos, dependerá de nuestra capacidad investigadora.

Más allá del uso de las preguntas, la información que aportan los profesionales de la salud en torno al estado de la enfermedad, el pronóstico, los tratamientos recomendados y los efectos secundarios de los mismos, tienen la capacidad de regular las emociones del paciente, lo que indirectamente es capaz de estabilizar algunos síntomas como el dolor.

Cada paciente tiene unas necesidades de información muy concretas y es labor del profesional averiguar los deseos y necesidades del paciente en torno a este tema. Para ello, una vez más, puedes acudir a las preguntas, esa poderosa herramienta indagatoria. Es muy importante que el profesional sepa si el paciente desea ser informado de su estado de salud, si desea ser parte activa en la toma de decisiones respecto a los tratamientos a aplicar, si desea conocer su pronóstico o si en su lugar desea que la información sea dada a sus familiares. Es importante conocer todas estas cosas porque determinará lo que hará el profesional en el proceso comunicativo constante que debe llevar a cabo con el enfermo y su familia. Algunas maneras en que puedes explorar las necesidades de información del paciente son: “¿Desea ser informado de su enfermedad?” “¿Desea ser parte activa de la toma de decisiones en torno a su tratamiento o prefiere que sea yo quien tome las decisiones?” “¿Desea que informemos a su familia de su estado en lugar de a usted?”

Otro elemento esencial a tener en cuenta, es que el paciente puede cambiar de opinión y aunque al inicio de la relación terapéutica indique que no desea ser informado, pasado un tiempo y tras adaptarse a su patología, puede necesitar ser informado, por lo que es interesante que pasado un tiempo, exploremos una vez más las necesidades de información del enfermo. Nunca debemos olvidar ser flexibles y adaptarnos a las necesidades del paciente.

La ley de autonomía del paciente, asegura el derecho de los pacientes a ser informados sobre su salud y de las decisiones a tomar en torno a ellas, pero también contempla en su interior las necesidades y deseos del paciente, de modo que si éste desea no ser informado, también está en su derecho. Solo podremos conocer lo que un paciente en concreto quiere, si se lo preguntamos y nos comunicamos abiertamente con él o ella.

Este tema de la comunicación e información es tan importante porque múltiples estudios han demostrado que una comunicación efectiva y adaptada a las necesidades del paciente, mejora los resultados médicos, la adherencia al tratamiento, la satisfacción del paciente, aumenta la eficiencia del profesional y permite establecer una mejor alianza terapéutica.

Un elemento que considero esencial que conozcáis, es que la información que aportáis, reduce la ansiedad, angustia e incertidumbre del paciente en torno a su estado de salud. Cuando hablo de este tema siempre me gusta hacer referencia al concepto que introdujo Cicely Saunders con el “dolor total”. Este concepto hace referencia a la gran permeabilidad emocional que posee el dolor físico, de tal modo que las emociones que experimenta el paciente, pueden variar el grado de dolor que experimentan. Emociones como ansiedad, tristeza o angustia, son capaces de reducir el umbral del dolor, lo que conlleva una mayor experiencia dolorosa que no siempre se logra aliviar con fármacos, siendo el acompañamiento humanizado y la información personalizada, el mejor antídoto contra este dolor que se convierte en sufrimiento.

Conocer un diagnóstico concreto puede no llegar a ser tan importante como saber cuáles son los tratamientos a seguir y los cambios vitales que van a suponer para él o ella, es importante informar de los cuidados diarios a realizar y asegurarnos de que saben cómo hacerlos, muchos pacientes necesitan saber el pronóstico a medio o largo plazo de su enfermedad, los síntomas habituales que van a experimentar y aquellos que son signos de alarma y que deben saber identificar para buscar ayuda médica urgente, muchos pacientes también se preocupan por cómo afectará todo ello a su familia y/o cuidadores principales, por lo que es importante informar ante este tipo de preocupaciones. Cada paciente es único y necesita información muy concreta, por lo que es importante que seas capaz de conocer a tus pacientes para organizar toda la comunicación e información en torno a esas necesidades personales.

Por último, aunque no menos importante, el profesional de la salud (especialmente en el ámbito hospitalario) tiene la responsabilidad añadida de relacionarse e informar a los familiares y cuidadores principales de los pacientes. Recientemente hospitalizaron a mi abuelo durante unos días y si bien los médicos informaron del diagnóstico y tratamiento, observé que faltaba información sobre el pronóstico (¿qué podemos esperar de aquí a unos meses?), información sobre los primeros signos de empeoramiento que requerirán acudir a urgencias, cómo hacer las curas de la mejor manera posible y el tiempo aproximado que serán requeridas, etc. Aunque estas preocupaciones puedan ser menores, no debemos olvidar que tras el alta hospitalaria, la responsabilidad y cuidados recaen sobre la familia y cuidadores, por lo que es muy importante incorporarles como parte activa del proceso comunicativo.

La comunicación es un proceso muy necesario en el ámbito de la salud y aunque ahora mismo te pueda parecer muy difícil, en realidad es una parte de tu trabajo muy importante y significativa. Estas habilidades se pueden aprender y te hacen un mejor profesional. Tan solo recuerda que cada persona es única y tiene unas necesidades muy concretas, pierde el miedo a explorarlas y contacta con tu esencia, con tu humanidad más pura.

 

 

Elena Alameda Jackson

Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.

Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.

Psicóloga de We Doctor

Solicitud de consulta online con Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192

Humanizarnos supone identificar nuestra esencia, nuestra energía única y mostrarla allá donde vayamos. Si bien en el ámbito de las profesiones de la salud es esencial humanizar toda la relación terapéutica, no es menos cierto que debemos humanizar cualquier relación que mantengamos con cualquier ser humano en cualquier contexto vital. Hoy quiero detenerme en la escucha, esa habilidad tan importante para la vida y que tan poco usamos.

Personalmente siempre he tenido una mayor facilidad para escuchar que para hablar, siempre me ha gustado observar mi entorno, aprendiendo de todo cuanto me rodeaba. Esta habilidad intrínseca me ha ayudado mucho en mi carrera, ya que considero que la escucha es casi más importante en psicología, que las técnicas concretas que usemos con los pacientes. Yo contaba con esa ventaja para dedicarme a mi profesión, pero la escucha activa es una habilidad que podemos aprender. En la etapa profesional que desarrollé en cuidados paliativos, fui consciente de la importancia de la escucha y de los silencios, dos ámbitos que solemos temer profundamente.

Cuando escuchamos a una persona de manera activa y consciente, escuchar se vuelve terapéutico en sí mismo. Los propios pacientes consideran que aquel profesional que desarrolla este tipo de escucha, crea las condiciones necesarias para promover la curación y recuperación. Solo desde la escucha consciente que deja a un lado las críticas y juicios sobre quién es la otra persona, permite que el paciente se responsabilice de su propia vida, involucrándose en el tratamiento de su enfermedad y en el mantenimiento de su salud (1).

Nadie nos ha enseñado a escuchar activamente y en este mundo hiper-ocupado donde la multi-tarea es lo habitual, parece que tomarse tiempo para escuchar de manera consciente a otra persona, es una “pérdida de tiempo”. La idea revolucionaria que introduce la escucha activa, es la de tomarnos tiempo para dejar a un lado todo, centrándonos en lo que otra persona nos comunica, en sus palabras y gestos. En el ámbito profesional la escucha activa es un tiempo que invertimos para ser más eficaces y eficientes con el resto de tiempo que le dedicamos al paciente, pues nuestra comunicación será más certera e irá dirigida a los problemas y dudas del enfermo.

Cuando hablo de escucha activa, me refiero a ese tipo de escucha atenta, consciente y centrada en el otro, que nos permite conectar con las vivencias ajenas, desarrollando nuestra empatía para acompañar en el relato. Este tipo de escucha, requiere de nosotros un esfuerzo porque es un proceso que se debe realizar teniendo en cuenta algunos elementos esenciales:

Realmente la práctica de este tipo de escucha en nuestra vida en general y en la profesional en particular, se beneficia mucho de la práctica de mindfulness, que nos impulsa a centrarnos en el aquí y ahora, en nuestro cuerpo y en la otra persona con la que interaccionamos. Solo podemos escuchar genuinamente a otras personas cuando dejamos a un lado nuestras preocupaciones, nuestras anticipaciones sobre el futuro, cuando alcanzamos un estado mental de calma y equilibrio donde solo nos centramos en el presente, abandonando la hiperactividad a la que estamos acostumbrados, tomando asiento y hablando con calma. Así pues, practicar la atención plena es una habilidad que te ayudará mucho a ser más consciente del ahora y a realizar una escucha atenta y activa.

Para que puedas comenzar a practicar la escucha activa desde hoy mismo en tu entorno personal y profesional, te voy a dar una serie de pautas que puedes seguir. Cuanto más las practiques más sencillo te será interiorizarlas y automatizarlas, hasta tal punto que ya no tendrás que pensar en escuchar activamente, esto simplemente sucederá.

  • Observa tu ancla al presente – la respiración: Esta función vital es clave para regular tu atención y tus emociones. Si bien la respiración ocurre de manera automática la mayor parte de las veces, lo cierto es que también podemos regularla y nuestros estados anímicos modifican su ritmo. Cuando te fijas conscientemente en la respiración, el objetivo no es respirar más superficialmente o más hondo de lo normal en ti, el propósito de esta observación es que tengas un ancla al presente y a tu propio cuerpo. Escuchar relatos llenos de sufrimiento, te secuestran emocionalmente y te anulan como profesional, por lo que es importante que cuando sientas que pierdes el contacto contigo mismo, dejándote llevar por lo que siente otra persona, observes tu respiración, el fluir calmado y constante del aire que entra y sale de tu cuerpo. La escucha activa se basa en la regulación emocional propia y ajena. Para que te sea más sencillo identificar tu respiración ante momentos emocionalmente intensos, puedes identificar el ancla de respiración más potente para ti, el que te hace ser más consciente del flujo incesante de aire que entra y sale de tu cuerpo, para ello fíjate en tu nariz, pecho y abdomen y elige el lugar donde eres más consciente de tu respiración.
  • Limita tus distracciones: Es importante que cuando estés escuchando a otra persona, todo tu cuerpo y mente se vuelque en el otro, dejando a un lado las tareas pendientes, preocupaciones o distracciones ya habituales como el móvil. Disfruta de tu relación con los pacientes y con las personas de tu entorno, céntrate en el presente.
  • Habla menos y escucha más: Esta es una de las claves esenciales de la escucha activa. Los filósofos siempre han ido unos pasos por delante de los psicólogos y por ello quiero compartir contigo esta frase de Zenón de Citio, quien dijo: “Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para oír más y hablar menos”.
  • Comprende el mensaje de la otra persona más allá de las palabras: Tu capacidad empática es la que te permite conectar con otras personas y comprender lo que sienten. Para ello no debes olvidar escuchar las palabras emitidas pero también ser consciente del contexto no verbal donde expresa sus emociones. Esto lo hace a través del tono de voz, de los gestos, de los silencios, de la ansiedad que muestra al hablar de ciertos temas, etc. Para mí, el canal no verbal de la comunicación es esencial para poder escuchar activamente y poder ser efectivo en nuestra ayuda, por ello en el siguiente artículo que escribiré sobre la humanización, hablaré de la comunicación no verbal.
  • Evita los juicios y críticas: Cuando juzgamos y criticamos, sea de manera verbal o solo en nuestra mente, logramos que la otra persona pierda la confianza depositada en nosotros. Puede ser habitual que algunos profesionales de la salud llamen la atención sobre el poco cuidado que ha tenido el paciente por no haber acudido antes al médico o por no haber cuidado más su salud, mi consejo es que evites este tipo de reproches que solo hacen sentir culpable al paciente y no tiene la capacidad de cambiar lo ocurrido. El enfermo necesita ser comprendido, acogido y apoyado, al tiempo que mostramos nuestra intención de hacer lo mejor para él o ella.
  • Inicia la comunicación verbal: Una vez que hemos escuchado activa y conscientemente el relato de la otra persona, somos capaces de escoger nuestras palabras de manera más certera y eficaz. Algo importante es que mientras escuchamos, realicemos micro-expresiones de comprensión (“Mmm”, “Ajá”, asentir con la cabeza, etc.) y aprovechemos las pausas naturales del discurso del paciente, para hacerle saber que hemos comprendido lo que nos transmite, emitiendo alguna frase como: “Entiendo que el diagnóstico de una enfermedad crónica que requiere medicación diaria, puede suponer un reto para usted…”.

Eres terapéutico con tu sola presencia, eres capaz de sanar las emociones del paciente y tienes el poder y la capacidad de cambiar el estado anímico de quienes te rodean con tan solo tu actitud positiva, tu sonrisa y tu habilidad para acoger al otro en su tristeza y alegría. No creas que la escucha es una habilidad con la que se nace, en algunos casos es así, pero en la mayoría es una habilidad que se ha de desarrollar y aprender. Tú puedes comenzar a ser un oyente y comunicador más empático y compasivo, confía en tu capacidad sanadora.

 

 

Elena Alameda Jackson

Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.

Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.

Psicóloga de We Doctor

Solicitud de consulta online con Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192