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En este camino de la humanización que estás recorriendo conmigo, estás aprendiendo que humanizar el trato con los pacientes te lleva a ser más humano en todas tus relaciones sociales. Cuando te das cuenta de que los demás sufren y sienten alegría como te ocurre a ti mismo, te haces consciente de la humanidad que a todos nos une y que el papel de profesional en el que ahora te encuentras, no es eterno, es algo temporal, pues tú también serás paciente algún día.

Creo que el proceso deshumanizador que se ha extendido en las profesiones de la salud como una epidemia, se debe a la hiper-especialización que actualmente tenemos los profesionales. Cuando eres especialista en algo, todo tu mundo y universo profesional gira en torno a ese tema (en el caso de los médicos, tu especialidad marca que tu universo profesional sea el corazón, el intestino, el cerebro, los pulmones, etc.), casi como si los pacientes que acuden a tu consulta a diario, solo fueran ese órgano en el que eres experto, olvidando por completo que el cuerpo humano es una compleja máquina compuesta por 50 billones de células que se comunican entre sí constantemente.

Este ser vivo complejo que somos los humanos, en realidad es un compendio de células que se comunican independientemente de dónde se encuentren y del órgano al que pertenezcan, así, hoy en día sabemos la conexión que se produce entre el intestino y el cerebro y cómo la microbiota intestinal cumple un papel muy importante en el estado anímico, también sabemos que el corazón tiene neuronas especializadas que se comunican con el cerebro y le da instrucciones esenciales a éste, influyendo en las emociones que sentimos y en las hormonas que segrega el resto de nuestro cuerpo.

Por todo ello, considero que es estupendo que seas especialista en aquello en lo que te has formado, pero nunca olvides que los pacientes son mucho más que su enfermedad y que el funcionamiento de un órgano impacta en el funcionamiento de todo el cuerpo y toda la mente. Nunca te olvides de tratar al paciente de manera holística, teniendo en cuenta todo su cuerpo, mente y emociones, pues éstas también cumplen un importante papel en la regulación de la salud o en el agravamiento de la enfermedad.

Considero que para humanizar realmente nuestro trabajo, debemos desarrollar dos emociones esenciales, la empatía y compasión. Sé que estas palabras probablemente no te digan demasiado, por eso a continuación explicaré algo más de ellas desde una perspectiva más espiritual, centrándome en la perspectiva del budismo. No te preocupes porque también te daré algunas pautas para poder desarrollarlas contigo mismo y los demás.

  • EMPATÍA: Esta emoción es la que nos permite conectar con las vivencias de otras personas, con su sufrimiento y también su alegría. La empatía es la que te ayuda a conocer cómo es la vida para esa persona y por tanto, cómo vive la enfermedad esta persona única que tienes frente a ti.

Un componente esencial de la empatía, es que comprendemos a la otra persona pero no la juzgamos.  Tal vez en tu trabajo diario, te des cuenta de que ciertas situaciones de enfermedad se producen por un estilo de vida poco saludable y tal vez en tu mente, surja esa vocecita que te dice “esta persona no se cuida, por eso está enferma, debería…”. Si en alguna ocasión has tenido ese tipo de pensamientos con algún paciente, has de saber que le estás juzgando y culpando por su problema de salud y desde la culpa no podrás ayudar genuinamente a que el otro aprenda a cuidarse, con la culpa le arrebatas su poder interno para regular su salud. Sé que todo esto lo haces de manera inconsciente, los juicios son algo tan habitual en el siglo XXI, que ni siquiera somos conscientes de cuándo los estamos poniendo en práctica, pero este artículo tiene la misión de hacerte consciente de estos pensamientos que puedes tener habitualmente y que limitan tu capacidad sanadora.

La empatía es una expresión del amor que llevas en tu interior. Ese amor es el que hace que te preocupes por lo que otra persona está viviendo, es el amor el que te ayuda a acompañar en los peores momentos, cuando más sufrimiento sienten los demás, es el amor el que te protege del agotamiento emocional. Es el amor el que te ayuda a conocerte mejor y a cuidar a los demás de manera genuina.

La empatía se experimenta como una gran apertura emocional y mental hacia lo que otra persona piensa y siente, sin juzgar, sin criticar, sin culpar, tan solo observando, aproximándonos al universo único en el que vive el otro, con amabilidad y cuidado, dejándonos sorprender por esa manera diferente de vivir y sentir, asombrándonos por la idea de que cada persona es única y cada cual interpretamos y sentimos la vida y las experiencias de manera única. Para mantener esta actitud curiosa y de gran apertura, has de estar presente en tu propia piel al tiempo que te dejas guiar por lo que te muestra la otra persona. La empatía es la puerta hacia la sabiduría, amplificando así tu capacidad de ayuda.

PAUTAS PARA DESARROLLAR TU EMPATÍA:

  1. Mantente en el presente. Cuando estamos en el presente, atendemos plenamente a lo que ocurre a nuestro alrededor, a lo que sentimos nosotros mismos y a lo que sienten los demás. En tu consulta o ronda diaria en el hospital, mantenerte en el aquí y ahora, te permitirá una mejor comprensión del problema de tus pacientes, rendirás mejor y sentirás el enorme potencial sanador que hay en ti. Seguramente te estés preguntando cómo puedes mantenerte en el presente, especialmente cuando tu mente parece ir a mil por hora. El gran recurso que te propongo, es la respiración. Tu respiración es el ancla al presente, de modo que cuando estés frente a un paciente, atendiendo a su experiencia y palabras, deja un pequeño hueco de consciencia para centrarla en tu respiración, en cómo el aire entra y sale de tu cuerpo. Puedes practicarlo con cualquier actividad: mientras conduces, mientas escribes en el historial del paciente, mientras lees tus emails, al cocinar, al lavarte los dientes, etc. La respiración consciente te ayuda a estar aquí y ahora, en tu propia piel, en tu propia vida.
  2. Actitud de apertura hacia la vivencia del otro y hacia la propia. Si practicas la respiración consciente de manera habitual, te darás cuenta de que comienzas a tener una visión amplia de las experiencias que vives, apegándote menos a la parte positiva o negativa que puedan tener. Aplicado a la relación profesional que estableces con tus pacientes, has de saber que esta apertura es la base de la empatía. De este modo acoges en tu mente y corazón lo que es importante para la otra persona, ya no le quitas importancia a su sufrimiento, tan solo observas y acompañas en plena tormenta emocional.
  3. Experimentar la serenidad: Cuando practicas la respiración consciente e incluso meditas, comienzas a sentir una gran serenidad y equilibrio emocional. Esta serenidad interna, te permite ser empático sin contagiarte de las emociones ajenas, aprendes a no dejarte arrastrar por tu subjetividad, no te apegas a tu manera de ver las cosas, perspectivas que tienden a deformar la realidad. Cuando quieres sentir serenidad en tu interior, observa tu respiración e imagina que es una manera eterna que te calma y te permite fluir con la vida.
  4. Comunicación verbal y no verbal humanizada. En esta serie de artículos sobre la humanización, ya has aprendido lo importante que es la manera en que te comunicas con tus pacientes, cómo las preguntas son una herramienta esencial que tienes a tu alcance para averiguar más del otro y cómo tus gestos tienen un enorme poder comunicativo. Repasa los post donde hablo de estos temas para refrescar tu memoria, porque todas esas pautas comunicativas que te he ido mostrando, son maneras de ser empático en tu trabajo diario.

 

  • COMPASIÓN: Otra emoción que considero clave en las profesiones de la salud (y en la vida en general) es la compasión. Creo que durante mucho tiempo se ha malinterpretado el enorme poder de la compasión y lo hemos sustituido por el de lástima, cuando en realidad la compasión nos ayuda a crecer y a comprendernos mejor a nosotros mismos y a los demás.

La compasión es esa emoción que nace en tu interior cuando observas el sufrimiento de otra persona y sientes la necesidad de aliviar su sufrimiento, de reducir ese profundo malestar y angustia que el otro siente. La compasión nace de la empatía, de modo que si no conectas a nivel emocional con la otra persona, no podrás sentir compasión en tu corazón. La compasión es la máxima expresión del amor incondicional, donde tú mismo te expones al dolor emocional con tal de ayudar a otra persona, con tal de aliviar su carga. Sé que temes a la compasión porque deja al descubierto tu vulnerabilidad, tu humanidad más profunda, pero has de saber que cuando no temes lo que tú mismo sientes, te das cuenta de que en realidad esa vulnerabilidad, tu capacidad de sentir el dolor propio y ajeno, es una gran fuerza que habita en tu interior.

En el budismo, la compasión es entendida como el deseo de que el sufrimiento cese (en uno mismo y en los demás). Considero que para que la compasión sea efectiva, debe ir unida a la bondad amorosa, ese profundo deseo de que todos los seres vivientes sean felices. Creo que la compasión requiere desear que el sufrimiento acabe y por ello mismo, deseamos la felicidad y alegría en otros y en nosotros mismos. ¿Alguna vez habías pensado en la compasión de esta manera?

Saber que tus pacientes experimentan sufrimiento pero que también pueden alcanzar la felicidad y alegría, es una de las razones más importantes para mostrarte compasivo, pues tu bondad y amabilidad innatas guían tus palabras, gestos y conductas hacia quien está enfermo. La compasión no te debilita, te hace más fuerte. Nunca olvides que el sufrimiento es lo que nos permite avanzar y seguir creciendo, las dificultades de la vida son catalizadores de nuestra evolución. Visto de esta manera, incluso las malas experiencias esconden en su interior un enorme potencial sanador.

 

PAUTAS PARA DESARROLLAR TU COMPASIÓN:

  1. Practica la escucha consciente. Ya te hablé en otro post sobre la escucha activa y consciente, ya sabes que la escucha es la base del aprendizaje y la sabiduría. Tu disposición para escuchar, es algo que sienten las personas que te rodean, ya que creas un espacio libre de juicios donde los demás pueden decir cualquier cosa, sintiéndose apoyados. Cuando te sincronizas con tu interlocutor, la comprensión es instantánea y tu mera presencia es sanadora.
  2. Practica la comunicación consciente. Tanto las palabras que usas como lo que comunicas no verbalmente, expresan tu compasión. Hacer preguntas que se adaptan al discurso de la otra persona, a lo que siente y piensa, saber cuándo es necesario hablar y cuándo callar, cuándo tomar la mano de la otra persona porque es un gesto de genuino apoyo emocional, cuándo usar la sonrisa y cuándo dar un pañuelo para secarse las lágrimas… todo esto es compasión, no lo dudes.
  3. Desarrollar la comprensión compasiva. Una vez que has comenzado a escuchar de manera atenta y consciente, has establecido un diálogo sincero, respetando al otro tal y como es, tienes una comprensión compasiva de la manera en que otras personas ven el mundo, sus biografías únicas, las experiencias que les han hecho ser como son. Conocer la perspectiva de otra persona y saber cómo vive sus problemas, te ayuda a comprenderle mejor.
  4. Desarrolla tu gratitud. La compasión hacia otras personas ha de nacer antes en nosotros mismos. Cuando sientes gratitud en tu interior, puedes transmitir más calma, comprensión y humanidad. Ser agradecido tiene múltiples beneficios en nuestra vida -reduce el insomnio y la depresión, aumenta la felicidad y el bienestar- 1. Una buena manera de desarrollar la gratitud, es dar las gracias por todo lo que hay en tu vida -lo bueno y lo menos bueno-, por cosas tan simples como tener agua corriente o poder respirar conscientemente. Yo suelo hacer un breve ejercicio de gratitud cada mañana, lo que me ayuda a fluir con la vida y con cualquier experiencia que venga a mí.

 

La empatía y compasión son tus aliados, desarrollarlos y aplicarlos en tu vida diaria, cambiará por completo la manera en que entiendes tu profesión y la manera en que te relacionas con todas las personas que hay en tu vida.

 

 

Elena Alameda Jackson

Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.

Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.

Psicóloga de We Doctor

Solicitud de consulta online con Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192

 Los profesionales de la salud estamos acostumbrados a lidiar con síntomas y signos de enfermedades que padecen los pacientes. En el ritmo frenético que llevamos en pleno siglo XXI, es bastante fácil que los profesionales nos olvidemos de las emociones de quien sufre una enfermedad o sospecha que la padece.

Los seres humanos poseemos la capacidad de experimentar emociones. Éstas se han dejado en el olvido, pero ha llegado el momento de reivindicar su importancia y devolverle el lugar que se le arrebató hace años. Las emociones son nuestras aliadas, nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás, nos permiten interaccionar socialmente, desarrollar nuestras profesiones, afrontar los problemas y llevar una vida feliz.

Cuando la enfermedad se hace presente, las reacciones emocionales son múltiples: ira, ansiedad, miedo, tristeza, desesperanza… El profesional de la salud que es capaz de detenerse un momento junto a su paciente y preguntarle “¿Cómo te sientes, cómo te está afectando emocionalmente la enfermedad?”, permitirá que el enfermo pueda superar esas emociones tan vívidas que le hacen sufrir, ayudándole a llegar a una etapa de auto-conocimiento.

La enfermedad se ha convertido en el enemigo a batir, pero no debemos olvidar las muchas lecciones que nos aguardan. Cuando el profesional de la salud se toma unos minutos para ahondar en el sufrimiento del paciente, y permite que sus emociones se expresen, le está ayudando a auto-conocerse más y mejor, le permite sobrellevar la enfermedad con más calma y bienestar.

La verdadera revolución en la medicina, pasa por atender al paciente en todas las áreas de éste desde el paradigma de la humanización sanitaria, empleando un enfoque inter-disciplinar, donde diferentes profesionales intervienen con el enfermo para ayudarle en su salud física, emocional, social y espiritual.

Uno de los elementos esenciales a desarrollar como profesionales en el ámbito de la salud (y también como una habilidad para la vida), es la escucha activa. Este tipo de escucha requiere una atención consciente en la otra persona, atendiendo a su discurso y a aquello que no comunica con palabras pero que queda indicado por su postura, su tono de voz y sus silencios. La clave de la escucha activa es la empatía que debemos mostrar al escuchar a otro ser humano, nuestra capacidad de comprender las emociones ajenas por haberlas experimentado también nosotros mismos.

Como profesionales en el ámbito de la salud, nunca debemos olvidar que cada vida es única, que cada paciente ha experimentado una serie de sucesos que le hacen único e irrepetible y que todas esas experiencias le hacen ser como es. Es importante también hacerle saber al paciente esto mismo, que es alguien único y que sus experiencias (buenas o malas) conforman quién es en el aquí y ahora.

La psicooncología es la disciplina que se encarga de atender las emociones en los pacientes oncológicos y paliativos. A pesar de ser una especialidad joven, considero que las aportaciones que puede hacer al ámbito de la salud, trascienden la figura del psicólogo y tiene un gran peso en la humanización de la salud.

Todos los profesionales de la salud deben saber dar soporte emocional a sus pacientes. Este soporte se puede realizar de maneras sencillas: llamando por el nombre al paciente, no mostrarse apresurado, sentarse junto a él o ella, cómo se siente o ser capaz de acompañarlo en su tristeza, llanto o enfado. Una de las claves para lograr esto, es adaptarnos al ritmo y necesidades del paciente, dejarle espacio cuando lo necesite, respetar sus silencios o su necesidad de no hablar sobre algún tema en concreto.

Aquellas ocasiones en las que el profesional conecta a nivel emocional con su paciente, se puede sentir cómo algo cambia en esa relación, volviéndose más humana y sincera. Las habilidades de conexión emocional, la capacidad de dar soporte emocional al enfermo, aplicar la escucha activa y respetar la biografía única que es el paciente, se pueden aprender, por lo que debemos desterrar esa idea de que solo los psicólogos se encargan de las emociones, porque el médico, el personal de enfermería, el trabajador social, el auxiliar, la señora de la limpieza, el celador o cualquier otro profesional del ámbito de la salud, puede hacer que un día oscuro y triste de alguien enfermo, se pueda convertir en un día lleno de esperanza.

Todos estos temas tan importantes y necesarios en el ámbito de la salud, lo he querido plasmar en mi libro “Psicooncología básica para profesionales de la saluddonde expongo técnicas de comunicación sencillas que todos los profesionales de la salud pueden usar y donde el profesional se podrá zambullir en el mundo emocional del paciente oncológico, paliativo y sus familias, para así comprender mejor lo que están viviendo y atenderles de manera personalizada. Por supuesto, también trato el tema del síndrome de agotamiento emocional o burnout con pautas de auto-cuidado emocional y maneras de prevenir dicho agotamiento.

Podéis acceder a más información del libro e incluso consultar el primer capítulo, en la siguiente web:

https://www.faeditorial.es/editorial/ciencias-sanitarias/psicooncologia-basica-para-profesionales-de-la-salud-libro

Es esencial recordar que todos los profesionales debemos atender al mundo emocional del paciente. 

Quisiera cerrar este artículo con una frase del psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung que, en mi opinión, encierra gran parte de lo arriba expresado: “Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas. Pero al tocar un alma humana, sea apenas otra alma humana”.

 

 

Elena Alameda Jackson

Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.

Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.

Psicóloga de We Doctor

Solicitud de consulta online a Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192

 

Las habilidades relacionales son fundamentales en el cuidado y la atención que se le proporciona al paciente, por lo que es necesario sensibilizar a los profesionales sanitarios sobre éstas. Todos algún día seremos pacientes y cuando vayamos al hospital nos gustaría encontrar profesionales con competencias técnicas y además, relacionales que generen un clima agradable durante el proceso asistencial. Sin estas últimas habilidades la atención hacia los pacientes quedará incompleta.

Es necesario formar a los profesionales en técnicas de comunicación, trabajo en equipo, relación de ayuda y empatía; para que de esta manera, se transmitan a los pacientes. Nuestro objetivo debe ser conseguir una atención amable con muestras de cariño y un cuidado afectuoso, cercano y sincero. En definitiva, se trata de mirar, escuchar y observar las necesidades de los pacientes, familia y profesionales.

Saber comunicarse es una de las principales habilidades que deben desarrollar los profesionales de la salud. Desde el primer contacto entre el profesional sanitario y el paciente se está haciendo uso de ella. Comunicar es establecer una conexión con el paciente a través del diálogo, escuchando (no sólo oyendo) y comprendiendo lo que nos cuenta con atención.

En una conversación, en el que uno habla y otro escucha, mientras uno de ellos habla, el otro espera con ansias su turno de hablar, con la finalidad de contestar el mensaje, no de comprenderlo. Esa es la realidad y debemos de ser conscientes y ponerle solución. Comunicarnos de forma adecuada es absolutamente necesario en las relaciones humanas y por ello debemos centrarnos en el emisor, potenciar la conversación y ceder la palabra. Tengamos especial cuidado con las barreras de comunicación, intentando no interrumpir, juzgar, acusar, imponer, generalizar, exigir o menospreciar.

No podemos definir la buena comunicación sin hacer hincapié en la importancia de los gestos. La comunicación no verbal es el lenguaje que acompaña a las palabras. Mediante los gestos se pueden expresar gran variedad de sensaciones, pensamientos y estados de ánimo. Acompañar la escucha de la persona con una sonrisa o con gestos de asentimiento transmitirá empatía y comprensión. Dar la mano, un abrazo, mirar a los ojos… recordemos que estos gestos, son en muchas ocasiones más potentes que las palabras.

Y hablando de empatía, no menos importante, una habilidad que a veces falta en la asistencia sanitaria. Aparte de escuchar al paciente debemos mostrar consideración por él, pensar cómo le afectan tus actos, aceptar sus limitaciones, tratar de colocarnos en su piel, interesarte, ofrecerle ayuda y asumir posiciones para su bienestar. Una persona empática sabe leer a los demás, captando los gestos, las palabras, el tono de voz, la expresión corporal, es decir, lo que sienten en cada momento.

Debemos sensibilizar a los profesionales en la necesidad de adquirir estas habilidades y técnicas relacionales, los cuidados que no se ven; porque estoy segura que las situaciones más difíciles de manejar se podrían llevar a cabo de una manera más sencilla y satisfactoria para todos los implicados.

 

Sara Barrachina

Mi nombre es Sara Barrachina, aunque muchos de vosotros me conocéis por mi twitter @SaraBarrachinaH. He estudiado RR.PP y profesionalmente, desde que terminé, me he dedicado a ello. Pero llegó un día, por situaciones de la vida, que quise formarme en el ámbito sanitario. Realicé un máster de gestión sanitaria y ahora me dedico a ello. Gestión de pacientes y comunicación en el ámbito sanitario forman parte de mi día a día y no puedo ser más feliz.