Los profesionales de la salud estamos acostumbrados a lidiar con síntomas y signos de enfermedades que padecen los pacientes. En el ritmo frenético que llevamos en pleno siglo XXI, es bastante fácil que los profesionales nos olvidemos de las emociones de quien sufre una enfermedad o sospecha que la padece.
Los seres humanos poseemos la capacidad de experimentar emociones. Éstas se han dejado en el olvido, pero ha llegado el momento de reivindicar su importancia y devolverle el lugar que se le arrebató hace años. Las emociones son nuestras aliadas, nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás, nos permiten interaccionar socialmente, desarrollar nuestras profesiones, afrontar los problemas y llevar una vida feliz.
Cuando la enfermedad se hace presente, las reacciones emocionales son múltiples: ira, ansiedad, miedo, tristeza, desesperanza… El profesional de la salud que es capaz de detenerse un momento junto a su paciente y preguntarle “¿Cómo te sientes, cómo te está afectando emocionalmente la enfermedad?”, permitirá que el enfermo pueda superar esas emociones tan vívidas que le hacen sufrir, ayudándole a llegar a una etapa de auto-conocimiento.
La enfermedad se ha convertido en el enemigo a batir, pero no debemos olvidar las muchas lecciones que nos aguardan. Cuando el profesional de la salud se toma unos minutos para ahondar en el sufrimiento del paciente, y permite que sus emociones se expresen, le está ayudando a auto-conocerse más y mejor, le permite sobrellevar la enfermedad con más calma y bienestar.
La verdadera revolución en la medicina, pasa por atender al paciente en todas las áreas de éste desde el paradigma de la humanización sanitaria, empleando un enfoque inter-disciplinar, donde diferentes profesionales intervienen con el enfermo para ayudarle en su salud física, emocional, social y espiritual.
Uno de los elementos esenciales a desarrollar como profesionales en el ámbito de la salud (y también como una habilidad para la vida), es la escucha activa. Este tipo de escucha requiere una atención consciente en la otra persona, atendiendo a su discurso y a aquello que no comunica con palabras pero que queda indicado por su postura, su tono de voz y sus silencios. La clave de la escucha activa es la empatía que debemos mostrar al escuchar a otro ser humano, nuestra capacidad de comprender las emociones ajenas por haberlas experimentado también nosotros mismos.
Como profesionales en el ámbito de la salud, nunca debemos olvidar que cada vida es única, que cada paciente ha experimentado una serie de sucesos que le hacen único e irrepetible y que todas esas experiencias le hacen ser como es. Es importante también hacerle saber al paciente esto mismo, que es alguien único y que sus experiencias (buenas o malas) conforman quién es en el aquí y ahora.
La psicooncología es la disciplina que se encarga de atender las emociones en los pacientes oncológicos y paliativos. A pesar de ser una especialidad joven, considero que las aportaciones que puede hacer al ámbito de la salud, trascienden la figura del psicólogo y tiene un gran peso en la humanización de la salud.
Todos los profesionales de la salud deben saber dar soporte emocional a sus pacientes. Este soporte se puede realizar de maneras sencillas: llamando por el nombre al paciente, no mostrarse apresurado, sentarse junto a él o ella, cómo se siente o ser capaz de acompañarlo en su tristeza, llanto o enfado. Una de las claves para lograr esto, es adaptarnos al ritmo y necesidades del paciente, dejarle espacio cuando lo necesite, respetar sus silencios o su necesidad de no hablar sobre algún tema en concreto.
Aquellas ocasiones en las que el profesional conecta a nivel emocional con su paciente, se puede sentir cómo algo cambia en esa relación, volviéndose más humana y sincera. Las habilidades de conexión emocional, la capacidad de dar soporte emocional al enfermo, aplicar la escucha activa y respetar la biografía única que es el paciente, se pueden aprender, por lo que debemos desterrar esa idea de que solo los psicólogos se encargan de las emociones, porque el médico, el personal de enfermería, el trabajador social, el auxiliar, la señora de la limpieza, el celador o cualquier otro profesional del ámbito de la salud, puede hacer que un día oscuro y triste de alguien enfermo, se pueda convertir en un día lleno de esperanza.
Todos estos temas tan importantes y necesarios en el ámbito de la salud, lo he querido plasmar en mi libro “Psicooncología básica para profesionales de la salud” donde expongo técnicas de comunicación sencillas que todos los profesionales de la salud pueden usar y donde el profesional se podrá zambullir en el mundo emocional del paciente oncológico, paliativo y sus familias, para así comprender mejor lo que están viviendo y atenderles de manera personalizada. Por supuesto, también trato el tema del síndrome de agotamiento emocional o burnout con pautas de auto-cuidado emocional y maneras de prevenir dicho agotamiento.
Podéis acceder a más información del libro e incluso consultar el primer capítulo, en la siguiente web:
Es esencial recordar que todos los profesionales debemos atender al mundo emocional del paciente.
Quisiera cerrar este artículo con una frase del psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung que, en mi opinión, encierra gran parte de lo arriba expresado: “Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas. Pero al tocar un alma humana, sea apenas otra alma humana”.
Elena Alameda Jackson
Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.
Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.
Psicóloga de We Doctor
Solicitud de consulta online a Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192