Los profesionales sanitarios que abordamos el dolor nos enfrentamos día a día a múltiples casuísticas referidas a esta patología y, aunque solemos decir que enfermedades hay muchas, pacientes los hay más. Todos reclaman su atención, su prioridad, su preponderancia por encima de la del resto y a cada uno hay que atenderle como merece, pero todos ven su patología como la más importante.
Es cierto que el dolor es una patología silenciosa, que se presenta sin más, con frecuencia sin dejar señales evidentes de su presencia, más que en el abatimiento del afectado, en su estado de ánimo, en su entereza, y por ello es más difícil de justificar ante terceros que parecen evaluar solo por evidencias externas.
Solo por esta razón sería más que suficiente para celebrar una vez al año el día mundial del dolor, por el hecho sintomático de darle visibilidad y de realzar un conflicto que no solo aminora las fuerzas, sino que llega a anular a la persona, cosificándola como “si de un juguete roto se tratara”, pues su fragilidad asemeja a la del fino y delicado cristal de bohemia.
En la hoja de servicios de cualquier especialista en dolor, pero igual que en la de otras especialidades, hay muchos casos que se dan perdidos, porque la ciencia aún no ha avanzado lo suficiente como para dar respuesta satisfactoria para esos casos. No todos pertenece a ese sustratro que dejamos en denominar “enfermedades raras”, debido al mínimo porcentaje de afectados, sino que algunas de las patologías más corrientes todavía son de difícil solución.
Es el caso de la fibromialgia, cuya afectación genera una importancia en los afectados no solo a nivel físico, sino fundamentalmente anímico, porque han de afrontar su incapacidad funcional y sobrellevar la ausencia de tratamientos específicos, lo que genera una rabia y una furia que sí se evidencian externamente, hasta el punto de sentirse ignorados, menoscabados por el resto que ni conoce ni entiende su situación.
Solemos decir que solo quien lo padece y quien está al lado de éstos como cuidador o acompañante está en disposición de conocer los verdaderos estragos que genera esta patología, y no hablar de oídas ni por haber leído muchos manuales en versión papel o más recientemente en versión digital.
Por eso sinceramente recalco la importancia de destacar y significar que un día al año toda la atención internacional se centre exclusivamente en el Dolor, y se hable de las patologías, de las consecuencias directas y colaterales de su acción, de los pacientes, de su alimentación e higiene, de las técnicas y tratamientos, de los centros de abordaje, etc.
Creo que darles esta relevancia a sucesos que realmente lo merecen es digno de encomio por parte de los organismos internacionales. No me compete a mi valorar cuáles son más o menos relevantes, ni creo que mi opinión cuente ni siquiera que sea de interés general, pero a nadie se le escapa el dudoso mérito de otros eventos significados con una fecha puntual bien por su irrelevancia mundial o por lo ridículo de su propuesta ¡Allá películas!
El dolor afecta al 20% de la población mundial.
Todos lo padecemos, lo hemos padecido o lo padeceremos o tenemos amigos y/o familiares en idéntica situación. Y para cada uno, el día, los días o el periodo de afectación serán lo suficientemente relevantes como para que no pasen desapercibidos. Pero para el resto de la población no tendrá la más mínima repercusión y por ello y hacia ellos por lo que merece la pena llamar la atención con esta celebración, para que al menos un día al año vuelvan su atención hacia quienes sufren en silencio.
Particularmente no me canso de divulgar a través de los medios de comunicación analógicos y digitales, los blogs, las redes sociales, el conocimiento sobre el dolor a fin de acercarlo, de hacerlo más humano, sin caer en la vulgarización, porque muchas veces tendemos a mitificar ciertas cosas y a convertirlas en etéreas, intocables, etc. Derroquemos esos muros, esos pedestales que alejan al paciente de los profesionales sanitarios.
Otra propuesta que suelo hacer a mis pacientes es que cuenten sus problemas, los aireen, pues no todas las soluciones están tras las mesas de las consultas ni de los quirófanos, y es la experiencia de otros pacientes la que ayuda a sobrellevar los conflictos de salud propia, no por vanidad, ni presunción, ni jactancia, sino porque entre iguales se aprecia que no somos casos aislados, que lo nuestro es corriente y si no lo es, al menos sabemos que no estamos solos, que muchos nos comprenden.
Hay un factor físico, químico, médico en toda patología, pero a nadie se le puede ni debe escapar que también hay elementos emocionales que interactúan a la hora de superar ciertos problemas, y que todo aliado es poco para derrocar a ciertos enemigos, y el dolor es uno de ellos.
Celebremos su día y démosle la visibilidad que merece. Por nosotros. Por todos.
Dr. Alfonso Vidal.
Jefe de la Unidad de Dolor del Hospital Quirónsalud Sur
Prof. Anestesiología de la Universidad Complutense de Madrid. #eHealth #mHealth
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