¡Ha llegado la Primavera! y con ella la luz y el color. Sin embargo, estas cualidades que a priori son positivas, en algunas personas no se manifiestan así. Algunos expertos internacionales en sus estudios revelan que, en las diferentes estaciones del año, se producen distintas alteraciones y la Primavera no es ajena a ello como resultado de la adaptación al ambiente exterior (aumento de la temperatura, mas horas de luz, cambio horario, alteración de los ritmos circadianos, ….)
Estos cambios adaptativos, producen en el organismo una serie de alteraciones, si bien, depende de cada individuo. Entre las más frecuentes, nos encontramos con:
– Astenia primaveral caracterizada por sensación de cansancio, fatiga, bajo ánimo, falta de líbido, trastornos del sueño, irritabilidad, falta de concentración. Se considera una alteración en el proceso de adaptación y suele presentarse en el inicio de la Primavera, siendo de carácter leve y pasajero. El origen parece estar relacionado con una disminución en la producción a nivel hipotalámico de beta-endorfinas y serotonina.
– Trastornos del sueño relacionado con la disminución de la concentración de Melatonina debido a más horas de luz.
– Alergia: la Primavera es la época de la floración y ello trae consigo que haya en el ambiente que respiramos, multitud de partículas que nuestro sistema inmunológico reconoce como extrañas. Los síntomas más característicos son los estornudos, picor, conjuntivitis, y en casos más graves, asma bronquial.
– Afecciones cutáneas debidas a la mayor exposición solar y a la sequedad de la piel derivada de los meses fríos.
– Diarreas y resfriados de origen vírico
Mis recomendaciones, se basan en tres pilares fundamentales:
1. Dieta equilibrada, rica en verduras, hortalizas y frutas, sin olvidar los alimentos de origen animal.
- Alimentos que favorecen el aumento de serotonina: plátano, piña, aguacate, ciruela, frutos secos, tofu, espinacas, albahaca, pescado azul, carne, leche, huevos, legumbres, cereales, semillas de girasol, aceite de oliva.
- Fuente de beta-caroteno (importante para la inmunidad de la piel y mucosas): brócoli, espinacas, pimiento, calabaza, zanahoria, mango
- Ricos en vitamina C: perejil, pimiento rojo, brócoli, papaya, fresa, kiwi, arándanos, naranja, pomelo, grosella. Te recomiendo que las consumas en crudo o con técnicas de cocción poco intensas, ya que es una vitamina termolábil (se destruye por el calor)
2. Realizar actividad física moderada de manera habitual, estimula a nuestro sistema inmunitario y reduce el cortisol
3. Cambios en tu estilo de vid
- Bebe al menos 2 litros de agua diarios. Entre los múltiples beneficios de una correcta hidratación vamos a destacar la regulación de la temperatura del cuerpo, el transporte de nutrientes y la eliminación de residuos.
- Mejorar la calidad del sueño: no es suficiente solo dormir, debe ser un sueño reparador ya que es necesario para mantener un correcto equilibrio tanto físico como psíquico. El Instituto del Sueño nos ofrece algunos consejos útiles para conseguir.
- Establece una rutina tanto para ir a dormir como para despertarte. Aunque las horas recomendadas de sueño pueden variar en función de la edad y de las características personales de cada individuo, se establecen entre 7 y 8 horas para la población adulta.
- Delimita la ingesta de alcohol ya que si bien reduce el tiempo de aparición del sueño, las bebidas alcohólicas restan la posibilidad de alcanzar el descanso más satisfactor.
- Regula la temperatura y ventilación de tu habitación.
- Leer antes de dormir contribuye a la reserva cognitiva y nos ayuda a construir material para nuestros sueños.