La muerte… el gran tabú…. capaz de crear en nosotros un profundo temor.

Durante un tiempo yo también pensaba de esa manera acerca de la muerte… pero al comenzar a tratar con pacientes moribundos, mi idea cambió.

Creemos que la muerte es el final definitivo, cuando tal vez sea el principio de todo… una profunda apertura a una nueva realidad menos física y más energética.

A principios de Agosto, mi abuelo materno falleció de manera repentina, aunque con el tiempo suficiente como para iniciar medidas de cuidados paliativos que nos dieron un tiempo extra a sus seres queridos para despedirnos, reduciendo su sufrimiento para que su travesía fuera más cómoda.

Y es que estoy convencida de que mi abuelo inició una travesía única hacia otro nivel de conciencia…. hacia otra realidad. Pero estas son mis creencias, basadas en mi espiritualidad… tú no tienes por qué pensar lo mismo…

He investigado mucho sobre este tema… la muerte… lo cierto es que siempre me ha atraído más que la vida y me gusta observar… al observar me doy cuenta de que cada persona inicia su viaje de una manera diferente de este mundo… algunos lo hacen cuando están a solas porque sus seres amados se aferran demasiado y no les dejan partir… otros se van rodeados de sus seres queridos… algunos se aferran a la vida y otros se dejan llevar… abandonando un cuerpo que ya no tiene fuerzas.

Mi observación me ayuda a conocer cómo es la muerte desde el plano físico… pero no puedo tener certezas acerca de cómo será en el plano energético o espiritual y por eso acudo a conocimientos ancestrales y a las investigaciones que se han realizado sobre experiencias cercanas a la muerte.

Desde ambas perspectivas, se ha concluido que quien fallece, lo sabe mucho antes de partir. El doctor José Miguel Gaona, asegura que nos preparamos para ese paso tan importante, entre 1 y 3 meses antes de que nuestro cuerpo deje de funcionar. Lo que indica una sabiduría profunda en nuestro cuerpo que desconocemos totalmente.

Para comprender las diferentes etapas de esta travesía final que haremos todos nosotros, me gusta acudir también al budismo. En esta tradición ancestral, nos indican que a lo largo de nuestra vida vivimos en diferentes bardos o estados de conciencia, como la vigilia y el sueño, el nacimiento y la muerte. Según esta tradición, cuando fallecemos, atravesamos otros tantos bardos, alcanzando diferentes niveles de conciencia como seres energéticos, no encarnados en un cuerpo físico.

Según el budismo, la travesía que realizamos tras fallecer dura 49 días y tras esas etapas, tenemos la capacidad de convertirnos en seres iluminados o bien podemos decidir volver a encarnarnos para seguir creciendo y evolucionando.

Tal vez estas creencias no encajen con las tuyas… no pasa nada… creo que nos enriquecemos al reflexionar, al buscar información y quedarnos con aquella que resuena con nosotros.

Lo que sí sé es que quienes van a fallecer, tienen extrañas visiones o sueños donde seres amados que fallecieron antes que ellos, les avisan de su partida, les calman y acompañan en todo el proceso… sintiéndose acogidos, acompañados. Por eso cuando me despedí de mis dos abuelos maternos antes de fallecer, les dije que estarían en un lugar mejor, acompañados y que yo siempre les amaría, siempre les llevaría conmigo… y así es.

En mi caso, saber que mis seres amados tan solo han cambiado de forma, que han abandonado un cuerpo que ya no era apto para la vida, como la mariposa abandona la crisálida, me llena de calma… me hace sentir que pase lo que pase, cuando llegue mi travesía final, ellos me acompañarán… como siempre lo han hecho.

Y cada día les envío todo mi amor para que no olviden… para que sepan que aún son recordados… que son amados aunque no pueda verlos ni abrazarlos. Y cuando la tristeza me embarga y las lágrimas han de salir, recuerdo que aún viven… y que lo hacen en una realidad mucho mejor que ésta… que siguen en su viaje.

Sé que mi abuelo es libre… que se ha reunido con sus seres queridos y que ya no sufre… Saber esto no impide que llore su pérdida y le eche de menos… pero me hace sentir bien, me hace sentir que si la vida tiene sentido, la muerte tiene mucho más.

 

Elena Alameda Jackson

Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.

Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.

Psicóloga de We Doctor

Solicitud de consulta online con Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192

En mayo del 2017, mientras subía a casa por la escalera, tuve la sensación de que necesitaba ir urgente al WC. Llegué, y me metí en servicio pensando que menuda diarrea. Cuando acabé y miré la presunta diarrea, me asusté, pues no era tal: era sangre, y llenaba la taza del WC. Como es natural me asusté. Al día siguiente, estaba con mi médico de cabecera, contándole lo que me había pasado, y me examinó. Lo que vio no pareció gustarle, y me dirigió al servicio de cirugía del Hospital de Guadalajara para que allí me vieran.

Después de hacerme las pruebas correspondientes, me remiten al servicio de Oncología, donde, después de algunas pruebas complementarias, me informan que tengo un adenocarcinoma de recto localmente avanzado, que me tengo que someter a diversas sesiones de Quimioterapia y de Radioterapia, y que lo más posible es que me tengan que operar, cerrarme el ano y ponerme una Ostomía fija en la tripa, y que a partir de ahí, ya será para siempre.

Cuando me lo dijeron, me hundí. Como trabajador de la Sanidad, sé de sobra el miedo que da la palabra CÁNCER, y cuando me imaginé con una bolsa colgada de mi tripa para lo que me quedara de vida y haciendo mis necesidades biológicas así, me sentí menos que la arena del arenero de mi gato. Sentí que acababa de dejar de ser persona.

Después de varias sesiones de Quimio y Radioterapia, llegó el momento en que quedé citado para ingresar y operarme: el 29 de Noviembre de 2017. En esa fecha ingresé, y al día siguiente, 30 de Noviembre, me operaron.

Cuando, después de muchas horas de operación, me desperté en la Reanimación, era de noche y me encontré que tenía una raja en la tripa, dos drenajes, (uno en cada nalga) …y una bolsa en la tripa: Mi Ostomía.

Cuando lo vi, se me sentí fracasado y fatal. Lloré y me sentí fatal. Cuando vino el cirujano a verme, y le pregunté “si no se había podido evitar la bolsita”, me dijo que no, que el tumor era demasiado grande, y que no era posible. A las pocas horas, me subieron a planta, y allí comenzó mi convalecencia, y me empezaron a enseñar a cuidarme el estoma, a cambiar el disco y la bolsa, etc.

Con el apoyo de mi pareja, mis hermanos, primos, amigos y demás, con los ánimos que ellos me transmitían, oyendo a otros pacientes a quienes les había sucedido lo mismo, empecé a asumir que tendría esto para el resto de mi vida, que tenía dos opciones: no operarme, que se produjera metástasis y me fuera al otro barrio…o ponerme la Ostomía. Y claro, ante ello, para mí, la opción estaba clara: Quería seguir viviendo.

Cuando salí del hospital, pensé en unirme en Guadalajara a alguna asociación de pacientes como yo…pero no había. Al no haber, y después de haber preguntado a la enfermera que me lleva en mi Centro de Salud y a la enfermera de la Consulta de Ostomía, les pareció muy buena idea…y me volví loco, y me puse a ello.

Hice unos cuantos carteles, y poco a poco la gente los va viendo, y se va poniendo en contacto. En el momento adecuado, nos constituiremos y empezaremos a brindar apoyo a otros pacientes como nosotros. Para que vean que sí, que hay vida después de una Ostomía. Que no vale la pena deprimirse o minusvalorarse por una “bolsita”. Que la vida es larga y bella, y que nos queda mucho por hacer. Porque no es lo mismo que un profesional te dé datos científicos para darte ánimos, a que veas tú a otra persona que ha pasado lo que tú estás pasando y/o vas a pasar.

Porque si esa persona pudo y puede, tú también podrás. Para que sepamos que, si necesitas apoyo o ayuda porque te sientes fatal, te vas a encontrar con alguien que te va a entender. Que no estás sol@. Que la Ostomía no es el fin de tu vida, sino un nuevo comienzo.

Pero nada de esto, para mí, me hubiera sido posible hacerlo sin el Amor, Apoyo, Ayuda y Cariño de mi pareja, de todos mis hermanos, primos y sobrinos. De mis amigos, de mis compañeros y compañeras de trabajo, del persona de los servicios de Oncología y Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario de Guadalajara (médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, señoras de la limpieza), de las enfermeras y médicos de mi Centro de Salud, que me han ayudado a desdramatizar situaciones que yo pensaba dramáticas y que no lo eran tanto…o sí, pero que todo tenía salida, y cuyos consejos me han sido imprescindibles, yendo más allá de su deber, y tratándome como un amigo, así como de toda una larga lista de personas que, constantemente, me han dado ánimos en momentos difíciles, y cuya mención haría el artículo interminable, pero que están en mi corazón.

Aún tengo mis miedos, claro que sí. Aún me oculto en parte detrás de mi bolsa de Ostomía. Aún estoy con sesiones de Quimioterapia postoperación (voy cuando escribo este artículo por la 8ª Sesión), quizá más Radioterapia…y luego ya veremos. Quiero recuperar mi vida, poder volver al Hospital La Paz y ver a mis compañeros y compañeras otra vez (acabo de cumplir los 65 cuando escribo esto), e ir recuperando mi vida normal.

Pero tengo claro que voy a seguir luchando porque se lo debo a toda la gente que me quiere el hacerlo. Cuando tanta gente te ama, no puedes ni debes rendirte. Se trata de ser guerreros, y seguir luchando. No soy un héroe: soy como tú, una persona normal y corriente, con sus miedos e inseguridades. Pero se  trata de sobreponerse a esto y seguir adelante. De no rendirse nunca, por mal que creas estar.

Y si estás o te sientes mal, recuerda: Yo he pasado lo que tú, y si me necesitas, mi bolsa de Ostomía y yo estamos contigo.

 

 

Enós-Tomás Pastrana Delgado

Fundador de Ostomizados Castilla-La Mancha.

https://www.facebook.com/OstomizadosDeGuadalajara/

Twitter: @OstomizadosG 

 

Soy Yolanda, mujer a punto de cumplir 50 años y urostomizada desde el año 2009. Soy madre de una maravillosa chica de 13 años, casada y una persona implicada y activa como paciente luchando por la VISIBILIDAD de las personas ostomizadas desde la Asociación .

Mi historia comienza en el año 2008 cuando, después de múltiples visitas médicas por infecciones de orina de repetición me voy a urgencias por hemorragia al orinar. Con una simple ecografia me detectaba un pequeño tumor de vejiga.

En 15 días entraba en quirófano para extirparlo… en 15 días comenzaba un cambio en mi vida.

La operación fue rápida (una RTU), conservando la vejiga. Quedaba por delante 6 sesiones de inmunoterapia que, en un principio, fue eficaz para el carcinoma plano que quedaba en mi vejiga. En un principio, porque a los 6 meses en un control, se detectaba un nuevo tumor. Vuelta a programar operación. Pero esta vez la cosa se complicó… la intervención que iba a ser similar a la primera, se paró en el mismo quirófano ya que, en muy poco tiempo ese tumor detectado hacía prácticamente mes y medio, había crecido desmesuradamente. Ya no era cuestión de extirpar solamente el tumor, sino que era necesario extirpar totalmente la vejiga, útero, ovarios… en fin, me tenían que practicar una Urostomía para toda la vida. Tendría que levar bolsa para la orina para siempre.

No, no me hundí… mi única preocupación era que la intervención fuera bien y punto. Era una intervención larga y delicada. La bolsa era lo menos importante. La bolsa era mi SEGURO DE VIDA.

Y así fue, la intervención fue muy bien y la adaptación a la bolsa también. El día a día era adaptación constante y si además tienes el apoyo de tu familia, más que mejor. Todo era cuestión de adaptar tu rutina diaria, tus hábitos, tu vestimenta… un proceso progresivo que, en mi caso, fue fácil.

Seguía con mis controles, con alguna que otra complicación (infecciones, una hernia paraestomal temprana…) hasta que, en uno de esos controles oncológicos me detectan una metástasis pulmonar y pélvica. La peor manera de empezar el año 2011. Había que “ir a por todas”… químio , químio y más químio. Mi me acordaba de mi bolsa. Fue el año de la incertidumbre, de las sesiones de químio semanales y de esperar ese TAC que informara del resultado del tratamiento. Y ese día llegó.. TAC informando de REMISIÓN COMPLETA.

Estamos en el año 2018 …toda esta historia es PASADO.

Ahí está como recuerdo de una lucha y de una superación. Sé que el camino no será un  camino de rosas pero ganas para ir superando los obstáculos no me faltan. Ahora es un buen momento para mirar atrás y mirar hacia delante.

Un buen momento para estar en otra lucha, en la lucha por la VISIBILIDAD de pacientes como yo, de pacientes ostomizados y de otras patologías, de luchar por nuestros derechos y por tener una vida diaria más cómoda.

Vivamos el Presente hacia el FUTURO con la experiencia de un PASADO de lucha y logros conseguidos

 

 

 

Yolanda Fernández de Dios.

Secretaria de ABACCO.  Y descrita por sus compañeros como el 50% del gran grupo

 

 

Y para nosotros, una mención especial con mucho cariño para ella,  por compartir su historia de lucha con nosotros.