Los trastornos de ansiedad y depresión son condiciones psiquiátricas debilitantes y omnipresentes que afectan a cerca del 10% de la población mundial cada año, según la Organización Mundial de la Salud, 2017. Su prevención y tratamiento es una prioridad, dado el alto impacto que tiene la ansiedad en la calidad de vida del individuo y en el sistema de salud pública.

Cada vez son más las investigaciones que describen la comunicación bidireccional entre la microbiota intestinal y el sistema nervioso central del ser humano, como también conocido como eje intestino-cerebro, y ha mostrado su influencia en el funcionamiento cognitivo y el estado de ánimo a través de mecanismos neuronales, metabólicos, hormonales e inmunitarios.

La microbiota intestinal es un regulador clave dentro del eje intestino-cerebro. Las especies bacterianas presentes en el intestino regulan la producción de neurotransmisores y sus precursores y pueden secretar metabolitos esenciales implicados en la liberación de neuropéptidos y hormonas intestinales, como son los ácidos grasos de cadena corta (AGCC); y el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF). Este último tiene un papel importante en los procesos fisiológicos subyacentes a la plasticidad y el desarrollo del sistema nervioso.

Por otro lado, la microbiota intestinal contribuye al aumento del cortisol, la hormona del estrés cuyos niveles elevados de forma sostenida puede provocar síntomas de ansiedad y la inflamación, sino que, en dirección opuesta, los estados pro-inflamatorios pueden agravar las alteraciones de la microbiota a través de efectos nocivos para la salud gastrointestinal.

Por lo tanto, el papel de la microbiota intestinal en la regulación del estado de ánimo y el procesamiento emocional, a través del eje intestino-cerebro, puede ser de especial relevancia para la etiología de la ansiedad y la depresión. En resumen, existe una sólida evidencia de la existencia de la comunicación intestino-cerebro y, por tanto, de la influencia de la microbiota intestinal sobre los trastornos relacionados con el sistema nervioso central, como la ansiedad. Que esta comunicación es bidireccional y, por tanto, un estado de ansiedad sostenido en el tiempo, afecta a la microbiota intestinal produciendo su desequilibrio.

Dra. María Isabel Vasallo, San Antonio Technologies

  • Las patologías bucales pueden estar directamente relacionadas con enfermedades que afectan a otras partes del cuerpo como el corazón o el sistema músculo-esquelético.
  • Algunas lesiones articulares y musculares son consecuencia de infecciones dentarias o paradentarias.
  • La práctica de deporte conlleva unos hábitos específicos que pueden aumentar el riesgo de caries. Es importante tomar medidas para prevenir la aparición de caries y de erosión dental.
  • Patrones de alimentación o xerostomía asociada al deporte pueden aumentar el riesgo de sufrir caries.

Hasta un 18% de los deportistas profesionales reconoce que los problemas de salud bucal pueden haber influido negativamente en su rendimiento deportivo.

La caries es una patología muy prevalente en la población general. Algunos hábitos o situaciones pueden favorecer su aparición. El deporte es una práctica muy saludable para cualquier persona, pero implica una serie de hábitos que pueden favorecer la aparición de caries.

Conviene conocer el mayor riesgo de caries asociado a los hábitos deportivos para adoptar medidas preventivas:

1.- Nutrición: la adaptación nutricional de los deportistas puede conllevar un aumento de carbohidratos en la dieta. Las bacterias los transforman en ácidos que atacan el esmalte dental y, con el tiempo, sin una adecuada higiene bucal, provocan caries y erosión dental.

2.- Hidratación (bebidas y geles isotónicos): las bebidas que ayudan a la hidratación y recuperación contienen un elevado índice glucémico, con una acidez que favorece la erosión del esmalte y, en consecuencia, aumenta el riesgo de aparición de caries e hipersensibilidad dental.

Por otro lado, la propia deshidratación ocasionada durante la práctica deportiva favorece la reducción del flujo salival, con pérdida de las propiedades protectoras de la saliva. Esto altera aún más la metabolización de hidratos de carbono con mayor acidez y menor protección frente a la misma.

3.- Respiración: durante la práctica deportiva se adopta una respiración bucal que reseca la boca y lleva a la aparición de xerostomía. La xerostomía o síndrome de boca seca se produce por una disminución de la secreción de saliva. La saliva tiene funciones importantes para la prevención de caries:

  • Neutraliza en pH ácido que aparece tras las comidas. Esto previene la disolución del esmalte.
  • Remineraliza el esmalte: los iones de calcio, fosfato y flúor que van normalmente disueltos en la saliva pueden reincorporarse al esmalte.
  • Regula la acumulación de bacterias en la cavidad oral, responsables de aparición de caries u oras enfermedades como gingivitis.

4.- Estrés: el deporte recreativo está asociado a reducción de los niveles de estrés. Sin embargo, deportistas que participan en competiciones, federados o no, así como los profesionales y los de élite, se someten a elevados niveles de estrés. Las alteraciones hormonales condicionadas por el estrés propician la aparición de xerostomía. Además, estos deportistas tienen mayor predisposición a desarrollar bruxismo. El bruxismo provoca un desgaste uniforme del esmalte que conlleva aumento de la sensibilidad dental, caries y dolor.

Medidas preventivas para reducir el riesgo de caries en personas que practican deporte:

a) Nutrición/ hidratación: beber abundante agua durante todo el día y, especialmente, durante la práctica de deporte, para combatir la deshidratación y la consecuente sequedad bucal.

Si se utilizan bebidas isotónicas/energéticas, escoger las de menor potencial cariogénico (menor contenido en azúcares).

La forma más saludable de aportar hidratos de carbono es a través de una alimentación equilibrada que los incluya a lo largo de toda la semana, con índice glucémico bajo que permita aumentar las reservas de glucógeno hepático y muscular. Esto no sólo reduce el riesgo de caries, sino de otras alteraciones como resistencia a insulina, diabetes, hipertrigliceridemia.

b) Higiene bucal diaria

   – Cepillado dental: 2 veces al día o tras las comidas. Es la base de la higiene bucal y el elemento más eficaz para la eliminación de restos de alimentos y bacterias.

   – Higiene interproximal: con sedas/cintas dentales, cepillos interproximales e irrigadores bucales para evitar la acumulación de restos de alimentos y bacterias en la zona interdental, origen de la mayoría de las caries.

    – Utilización de productos específicos para la prevención de caries y la erosión dental.

Dra. Amelia Carro