El verano es la época del año perfecta para conseguir mantener hábitos saludables en la alimentación, porque es rica, especialmente, en frutas y verduras. 

La composición nutricional de estos alimentos parece ser distinta en cuanto a vitaminas y minerales. Factores como el clima, las condiciones de cultivo, el estado de maduración y el tiempo que el alimento permanece almacenado, modifica su composición nutricional. 

Por eso, en este post de blog te contamos cuáles son los alimentos esenciales en verano. 

Tipos de alimentos

Comer en verano implica adaptar la dieta a un menor consumo de energía e incluir en ella alimentos con importantes cantidades de vitaminas, minerales, antioxidantes y agua que ayuden a reducir la temperatura corporal. 

La época estival no debe suponer perder las buenas costumbres y los hábitos sanos, sino que hay que adquirir una rutina que favorezca una dieta sana ordenada y completa. Deben realizarse al menos cuatro comidas al día y no picar entre horas va a favorecer el mantenimiento del peso. 

Es importante ingerir los nutrientes de modo equilibrado y no olvidar ninguno de los grupos de la pirámide de la alimentación, como grasas, hidratos de carbono y proteínas, pero estos deben cambiar sus proporciones. 

H3: Pescado azul. Es una fuente inmejorable de ácidos grasos poliinsaturados, como el ácido alfa linolénico o el omega 3.

H3: Tomate. Es de las hortalizas que más hidratación aportan, porque su composición es agua en un porcentaje muy elevado y destaca por su alto contenido en vitamina A. 

H3: Aceite de oliva. Entre sus innumerables nutrientes, se encuentra la vitamina E.

H3: Huevo. Entre estos nutrientes, además de vitamina A y E, nos aporta también un antioxidante indispensable: el selenio.

H3: Garbanzos. Son una estupenda fuente de zinc. En verano, son perfectos en ensalada, combinados con todo tipo de verduras y hortalizas.

H3: Melón. Es una fuente importante de vitamina C.

H3: Yogur. Rico en vitamina B, es apetecible sobre todo en verano. 

“Los probióticos, un gran aliado en verano”

Los probióticos nos aportan numerosos beneficios. Entre ellos, mejoran la digestión, reduciendo la intolerancia a la lactosa, refuerzan nuestro sistema inmunológico, equilibran nuestra flora intestinal y contribuyen a la reducción de la diarrea por antibióticos. 

Su consumo ayuda a mantener una microbiota saludable, siendo una pieza fundamental en nuestra salud digestiva, en particular, y en la salud de nuestro organismo, en general. Por eso, We Doctor y 39 y Tú ofrecen un programa personalizado a los pacientes para recuperar la salud de su microbiota. De la mano de los nutricionistas de We Doctor, analizan la salud digestiva de los pacientes, por medio de un test de la microbiota, con el que se puede determinar, por ejemplo, si padece celiaquía. A partir de ahí, los especialistas de We Doctor diseñarán un plan a medida de alimentación compensado con los probióticos más adecuados en cada caso. 
Si quieres saber más sobre alimentación o sobre la salud de tu microbiota, no dudes en contactar con los mejores especialistas en We Doctor.

El cáncer de piel se produce por el crecimiento anormal y descontrolado de las células cutáneas, alteradas por la acción de la radiación ultravioleta (UV), siendo ésta procedente de la luz solar o de fuentes artificiales de radiación ultravioleta, por eso se suele manifestarse con mayor frecuencia en las zonas de piel expuestas al sol.  

Los principales tipos de cáncer de piel, con una tasa de incidencia de 47 casos por 100.000 habitantes en el año 2020, son el carcinoma de células basales, carcinoma de células escamosas y el melanoma. El melanoma es un tumor mucho menos frecuente, pero su comportamiento es más agresivo, por lo que es más probable que pueda invadir el tejido sano que lo rodea y se pueda diseminar a otras partes del cuerpo. 

El melanoma, que se forma en las células (melanocitos) que producen melanina, el pigmento que le da color a la piel, es el tipo más grave de cáncer de piel, con una tasa de mortalidad de las más altas. Pero un diagnóstico precoz y un tratamiento temprano ayudan a aumentar los índices de curación de la enfermedad.

Cáncer de piel: factores de riesgo

Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer melanoma, además de la exposición solar, se encuentran los siguientes:

  • Edad: puede aparecer a cualquier edad, siendo cada vez diagnosticados en edades más jóvenes, aunque algo más de la mitad se diagnostican a partir de los 55 años.
  • Sexo: es algo más frecuente en las mujeres, aunque suele tener mejor pronóstico.
  • Coloración piel y cabello: cuanto más clara es la piel, ojos y pelo, más riesgo existe de melanoma. Este riesgo es especialmente alto en personas rubias y pelirrojas. Las personas de piel oscura tienen menos incidencia de melanoma cutáneo, si bien hay mayor proporción de unos tipos más raros de melanoma, así como de melanomas en regiones mucosas.
  • Presencia de nevus/lunares: sólo un 20-25% de los melanomas surgen de un lunar (nevus) previo, la mayoría aparecen sobre la piel normal. A mayor número de nevus y sobre todo si son de gran tamaño y presentes desde el nacimiento (congénitos) se incrementa el riesgo de melanoma. Como prevención debemos estar alertas ante la aparición de cualquier lunar que no tuviéramos previamente, o bien algún cambio de los lunares respecto al tamaño, color, forma, textura o sangrado.

Autoexploración de lunares 

La exploración de los lunares (conocidos técnicamente como nevus melanocíticos) es fundamental. Los lunares pueden ser congénitos o aparecer a lo largo de nuestra vida, y el sol es uno de los factores que pueden incidir en su cambio de estado. Por ello, es importante que sepamos cuándo un lunar o nevus puede evolucionar hacia un melanoma para que acudamos al especialista en busca de un diagnóstico preciso y precoz. 

Nos referimos a la conocida como regla A-B-C-D-E. Siempre que un lunar cumpla una de las siguientes características deberemos consultar rápidamente con el dermatólogo:

  • A: Asimetría. La lesión NO es redondeada.
  • B: Bordes. Los bordes son irregulares.
  • C: Color. La lesión presenta distintos colores, no homogéneos.
  • D: Diámetro. El tamaño de la lesión es mayor de 6 mm.
  • E: Evolución. Cualquiera de las características anteriores ha presentado cambios en el tiempo.

Cómo elegir el mejor fotoprotector

El Factor de Protección Solar (SPF) hace referencia al tiempo de protección solar que tenemos ante la exposición a los rayos solares según nuestro fototipo o tipo de piel. Este Factor de Protección Solar indica el número de veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de defensa natural de nuestra piel frente al eritema o quemadura.

Hay que tener en cuenta que hay factores como la sudoración, los baños en el agua o secarse con la toalla que pueden eliminar parte de esa protección y, por ello, es recomendable reaplicar el fotoprotector frecuentemente si la exposición al sol va a ser larga.

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