En muchas ocasiones hemos oído hablar de la agorafobia como el miedo a los espacios abiertos, a salir de casa, etc. Pero realmente es un trastorno psicológico mucho más complejo, es “miedo al miedo”, la agorafobia es el miedo a sufrir un ataque de ansiedad en lugares donde la persona interpreta que es difícil salir, o que se se puede sentir avergonzado o indefenso. Normalmente la persona con agorafobia se expresa en los siguientes términos: “y si me da una crisis de ansiedad estando en.., y si…”

Concretamente es un estado de temor a que se repita el ataque de ansiedad, lo que provoca una atención exagerada a cualquier sensación corporal o síntomas parecidos a los que se tuvo en aquel momento. Es decir, desarrollamos este tipo de trastorno después de haber sufrido un ataque de ansiedad, después de haberlo pasado bastante mal y apoderarse de nosotros un miedo intenso a que esto pueda repetirse. Lo hace más complicado la falta de control del ataque de ansiedad, el origen y la incertidumbre de cuándo volverá a repetirse.

Los síntomas típicos de la agorafobia comprenden el miedo a :

  • Salir de casa solo.
  • Multitudes (conciertos, grandes almacenes) o esperar una fila.
  • Espacios abiertos como la calle, plazas …
  • Espacios cerrados como cines, ascensores..
  • Transportes como avión, tren o autobuses.

Al prestar tanta atención al cuerpo y a las sensaciones se desarrolla una actitud hipervigilante que provoca que se incrementen los síntomas de la ansiedad. Por ejemplo, el tic-tac de un reloj siempre pasa desapercibido, pero si se empieza a prestar atención, será difícil dejar de escucharlo. Igualmente ocurre con las sensaciones del cuerpo, si comenzamos a buscar señales de ansiedad, el simple hecho de observarnos asustados hará que las encontremos y sin darnos cuenta, habremos sido nosotros mismos quienes activemos la zona de alarma despertando la ansiedad.
Por el “miedo a que me pueda dar…” es frecuente que evitemos lugares, grandes superficies, transportes, quedarnos solos en casa, etc. Todo esto limita nuestra vida y genera un enorme malestar diario.

¿Qué es un ataque de pánico?

Es un periodo de miedo o malestar intenso en el que al menos cuatro de los siguientes síntomas aparecen súbitamente y alcanzan gran intensidad en los diez minutos siguientes:
1. Palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado.
2. Sudoración.
3. Temblores o sacudidas.
4. Falta de aliento (disnea) o sensación de ahogo.
5. Sofocación.
6. Dolor o molestias en la zona del corazón.
7. Náuseas o molestias abdominales.
8. Mareo, sensación de inestabilidad, sensación de pérdida de conciencia.
9. Percibir las cosas o percibirse a sí mismo de forma extraña, sensaciones de
irrealidad o despersonalización.
10. Miedo a volverse loco o a perder el control.
11. Miedo a morir.
12. Agarrotamiento muscular, principalmente en las extremidades.
13.Parestesias (adormecimiento de las extremidades o sensación de cosquilleo).
14. Escalofríos o acaloramientos.
15. Movimientos desorganizados y torpes.
16. Dificultades de expresión verbal, incluso tartamudeo.
17. Inseguridad, preocupación, dificultad para tomar decisiones.

El proceso de un ataque de pánico: origen y mantenimiento

El proceso de un ataque de pánico empieza con un estímulo interno (sensación corporal, imagen o pensamiento) o externo (situación o lugar temidos). La persona se siente amenazada por ese estímulo por razones variadas como excesiva autoatención, condicionamiento previo, contenido del pensamiento, anormalidad de una sensación…., entonces el sujeto responde con una respuesta de miedo con manifestaciones fisiológicas como aceleración del ritmo cardiaco, opresión del pecho, respiración agitada, mareo, sensación de irrealidad. El sujeto interpreta estas respuestas como indicadoresde un posible problema tremendo, de que algo le va a ocurrir, como por ejemplo un ataque cardiaco, un desmayo, etc. Esto hace que el sujeto perciba las sensacionescomo amenazantes lo que incrementa las respuestas fisiológicas, entrando la personaen un círculo vicioso que culmina con el pánico o la angustia. La clave está en las interpretaciones catastróficas de las sensaciones corporales y no estas en sí mismas, lo que lleva al pánico.

Mantenimiento del Trastorno de Pánico:

  1. Debido al miedo a ciertas sensaciones, la persona se vuelve hipervigilante, centra la atención en sí misma.
  2. La persona por el miedo a que aparezca un nuevo ataque, suele evitar y/o escapar de situaciones o actividades que le llevan a experimentar las sensaciones que teme. Esta evitación le impide a la persona comprobar si las interpretaciones de sus sensaciones son erróneas.

Causas de la agarofobia:

  1. El miedo anticipatorio: el estar pensando continuamente “¿y si sufro una crisis de ansiedad y no puedo salir y si los demás se van a dar cuenta…?” provoca que la ansiedad se active, se vive con el temor a que aparezca. Es el “miedo al miedo.”
  2. Actitud hipervigilante: de las reacciones y síntomas de nuestro cuerpo.
  3. Asociar situaciones con ansiedad, o bien porque haya aparecido ansiedad en algún momento, o bien porque nos lo hayan contado o lo hayamos visto.
  4. La evitación/escape: sentimos ansiedad y no esperamos lo suficiente a que esta disminuya, el miedo nunca desaparecerá. Si no evitamos la situación de estrés e intentamos permanecer en ella, llegará un momento en el que desaparecerá. Si escapamos de la situación de estrés cuando estamos en el punto más alto de ansiedad, la siguiente vez que estemos en esa situación o similares, nuestro cerebro recordará la ansiedad tan alta que tuvimos y automáticamente esta se disparará.

Tratamiento de la agorafobia:

A lo largo de mis años de experiencia he podido comprobar que para la intervención de los trastornos de ansiedad y en concreto para la agorafobia, las mejores técnicas son las cognitivo-conductuales: exposición al miedo, cambio del pensamiento catastrofista…

Cuando el miedo limita nuestras vidas, lo mejor es ponerse en manos de un profesional que nos explique lo que nos está ocurriendo y cómo superarlo.

 

Eva Fernández Fernández
Psicóloga Licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid, especializada en Psicología Clínica.
Colegida M-11078
www.psicologaevafernandez.com

Psicóloga de We Doctor.

Solicitud de consulta online con Eva: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/4456530

 

Todos en algún momento hemos experimentado el amor. Queremos a nuestra familia, amigos y mascotas. Sin embargo, el amor romántico es otra cosa. Este, es un sentimiento intenso y nuevo que se diferencia de las demás manifestaciones de afecto.

En el amor se dan las siguientes características únicas:

• La atracción: esta se corresponde con reacciones químicas hormonales. La oxitocina y la dopamina desencadenan una respuesta de placer, la cual funciona a modo recompensa, y como tal buscamos replicarla. La atracción se refiere al deseo físico y al interés.
• La intimidad: es un vínculo que surge cuando compartimos sentimientos y pensamientos personales.
• El compromiso: va más allá del enamoramiento y se basa en la promesa de dos personas para llevar adelante un proyecto de vida.

Las relaciones de pareja, por lo tanto, son muy importantes para nuestra felicidad y bienestar. Sin embargo, en España se rompe un matrimonio cada 5 minutos.

Las relaciones no son fáciles, de hecho, toda relación tiene altibajos, existen conflictos inherentes a la convivencia; el dinero, el estrés en nuestro día a día, las decisiones de crianza de los hijos, etc. las cuales a menudo crean conflictos recurrentes. Un signo que evidencia problemas en los vínculos interpersonales, puede ser tener la misma pelea una y otra vez.

Afortunadamente, hay medidas que se pueden implementar para mantener los lazos afectivos, y por ende los sentimientos el mayor tiempo posible, y de este modo tener una relación de pareja sana. A continuación, os dejaré unas cuantas ideas que pueden resultar de mucha ayuda.

  • Comunicación

Un elemento clave en las relaciones saludables es la comunicación. Este tipo de parejas dedican un espacio su tiempo para hablar no sólo de temas superficiales o cotidianos, sino también de problemas personales, compartir intereses e inquietudes, además de afianzar lazos.

Debemos recordar que más importante que hablar, puede resultar escuchar, pero con frecuencia es un elemento que no solemos emplear, pues recurrentemente las personas se centran prioritariamente en el mensaje que tienen que transmitir, sin tener en consideración que desde este cambio de perspectiva podemos conocer las necesidades del otro y de esta manera ampliar nuestro conocimiento.

  • Trabajar los conflictos

Muchas parejas por miedo a abordar determinados temas que pueden producir un enfrentamiento, esconden los problemas debajo de la alfombra. Un conflicto no tiene por qué ser algo negativo, de hecho, por sí mismo brinda una oportunidad al cambio.

Lógicamente un conflicto debe de conducirse desde el respeto y la comprensión mutua. Sin tirarse los trastos a la cabeza y sin permitir que la ira tome el control de la situación.
La mala comunicación está vinculada con una mayor probabilidad de ruptura de la pareja.

Además, estos temas que permanecen sin resolver, pueden convertir cualquier situación benigna en un drama que podría haberse evitado desde el principio.

  • Mantener el interés

Las relaciones se pueden ir desgastando por el día a día, por eso es necesario trabajar en ella a lo largo de todo su curso. Es como una planta a la que hay que regar constantemente y el hábito puede ser la peor plaga. Con el tiempo y las muchas responsabilidades que todos tenemos, acabamos descuidando la relación. No pocas personas que están en relaciones duraderas refieren aburrimiento, menor satisfacción y falta de deseo hacia la otra persona.

Por eso hay que introducir el “factor novedad”, a través del cual devolvemos a la relación interés. Se debe salir de la rutina haciendo cosas diferentes en pareja, como tomar clases de baile, hacer picnics, realizar viajes a lugares nuevos, etc. para ello es necesario buscar momentos de calidad que compartir a lo largo de la semana.

Sin olvidarnos del deseo sexual, para conseguir que perdure el interés en el mismo, debemos hacer que los momentos de intimidad surjan o bien propiciarlos de manera sutil. No hay situación que más lastime el deseo que planificar en el calendario un día fijo, como una obligación, por ejemplo: las noches del sábado para mantener sexo.

  • Reconocer sentimientos y ponerse en el lugar del otro

Una relación de pareja es como un equipo, por lo que pese a las diferencias que puedan existir, diferencias lógicas por el hecho de ser dos personas distintas, se deben conducir hacia la búsqueda del beneficio mutuo (ganar-ganar). Un ejemplo: sé que tú piensas de otra manera y aprecio que entiendas mi punto de vista.
Esta dinámica conduce a una conversación más constructiva, en donde se da un sentimiento reciproco de comprensión y además se mira por las necesidades de ambos.

  • Aceptar a la otra persona

Debes amar a la otra persona con sus defectos y virtudes. Un elemento esencial es la aceptación del otro, que consiste en ponerse en sus zapatos (empatía). Entendiendo que como ser humano que es, todo individuo siempre tendrá cosas por mejorar. Entonces, ¿cuál es nuestro papel como compañero? tan sólo si el otro sujeto decide por sí mismo cambiar, nosotros podemos acompañarle y apoyarle.

Es necesario resaltar que no todo es aceptable, existiendo circunstancias que pueden darse en algunas parejas, que jamás deberías permitir.

Además, este ejercicio nos obliga a realizar una autocrítica, que nos permita encontrar lo que nosotros mismos podemos mejorar.

  • Respeto mutuo

El respeto mutuo es la base de una relación de pareja sana y exitosa. Nunca dentro de una pareja se deben trasgredir determinados límites. Elementos como los insultos, los gritos, las amenazas, las humillaciones y los golpes, son muestras de violencia, que hieren en lo más profundo de los derechos de la otra persona y socavan una relación. El amor en su inmensidad puede ser muchas cosas positivas, pero este jamás es dolor.

“Nunca por encima de ti, nunca por debajo de ti, siempre a tu lado” – Walter Winchell

 

 

Soraya Vivancos Montero

Psicóloga.

Psicóloga de We Doctor

Solicitud de consulta online con Soraya:  https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3506184

¿Existe realmente, como la gran mayoría de la población así lo cree, el síndrome post-vacacional y/o depresión post-vacacional?

Cuando hablamos de este concepto simplemente nos estamos refiriendo a un conjunto de síntomas que se manifiestan cuando nos incorporamos de nuevo a nuestras obligaciones, ya sean éstas: laborales, familiares o de estudio; después de un período de descanso; pero no es considerado como ninguna enfermedad ni se manifiesta en todas las personas; más bien se trata de un proceso adaptativo que para algunas personas les puede resultar complicado lidiar con él ya que la readaptación a la vida laboral incluye cambios de horarios, obligaciones … y durante las vacaciones uno se siente más libre, sin ataduras de horarios, ni agendas, sin prisas…

Para que este proceso de adaptación os resulte más llevadero, os facilito unas pautas muy sencillas que podéis aplicar para volver a la normalidad sin dramatizar.

  • Programa el regreso a casa relajadamente y no vuelvas justo el día anterior a la vuelta al trabajo; te recomiendo que vuelvas un par o tres de días antes para que puedas prepararte mentalmente para el retorno tan “temido”.
  • Empieza a trabajar de manera gradual, si puedes de más a menos intensidad, y siempre intenta empezar por las tareas más fáciles; prioriza lo urgente y aquellas tareas que pueden esperar.
  • Establece una buena rutina de sueño, ya sabes que se recomiendan 8 horas de descanso para que éste sea reparador.
  • Mantén unos horarios regulares durante el día y también durante las horas de levantarte y acostarte.
  • Haz ejercicio físico. Además de ayudarte a liberar endorfinas, ayuda a que la mente se libere del estrés.
  • Dí NO a los pensamientos recurrentes. Dar vueltas a los temas una y otra vez incrementa tu ansiedad y no te lleva a ninguna parte; cuando te sientas así dedícate a algo que te guste por ejemplo: escucha tu canción favorita.
  • Organiza tu tiempo y diviértete. Disfruta de tu hobby, tener aficiones también ayuda a combatir la ansiedad y el estrés.
  • Aprende a decir NO y pon límites. Te ayuda a asumir el control y las riendas las llevas TU y no los demás ni las circunstancias.
  • Fíjate en lo positivo. Presta atención plena al día a día y observa las cosas buenas que te pasan: unas risas haciendo un café, una llamada telefónica de alguien que se preocupa por ti… agradecer los pequeños detalles nos conecta con nuestra parte más humana y nos ayuda a ser más conscientes de todo lo bueno que nos rodea.
  • Ten paciencia. Si padeces el síndrome postvacacional que sepas que se trata de algo pasajero, todo es cuestión de tiempo y actitud, no le des más importancia de la que tiene y si ves que se alarga más de 15 días consulta con tu médico, ya que en algunos casos puede darse que la vuelta a las obligaciones genere cuadros de ansiedad y estrés, entonces sí que recomiendo que se descarte con un profesional de la Psicología si existe un síndrome de ansiedad generalizada o estrés crónico que requiera un tratamiento más específico.

Sólo me queda desearte que tengas un regreso paulatino y bueno a tus rutinas diarias.

 

 

Aida Canals

Psicóloga General Sanitaria

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Psicóloga de We Doctor

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Los profesionales de la salud -médicos, personal de enfermería, psicólogos, trabajadores sociales, fisioterapeutas, etc.- ejercemos nuestra profesión desde nuestra perspectiva personal y única, en base a lo aprendido y también en torno a nuestra esencia. La vida puede hacer que nos endurezcamos y perdamos poco a poco nuestra humanidad, lo que solo provoca que nos alejemos de nosotros mismos, protegiéndonos del sufrimiento ajeno y perdiéndonos a nosotros mismos por el camino.

La medicina científica ha desterrado las emociones de la relación profesional-paciente. Considero que esto se ha realizado por miedo a no saber aproximarse adecuadamente a una persona que sufre y que puede contagiar sus emociones, “debilitando” así la fortaleza del profesional. Creo que esta manera de relacionarse con las emociones es anticuada y poco realista, pues las emociones son nuestras aliadas, nos muestran soluciones inesperadas y nos ayudan a tomar decisiones de manera práctica y certera. Así pues, mi consejo es que los profesionales no os apartéis de las emociones de vuestros pacientes, aunque sí debéis conocerlas y regularlas. El objetivo es que no temáis a las emociones, aproximaos a ellas con cariño y comprensión, dejad que os muestren el mundo emocional que todos llevamos dentro, resonad con ellas.

Mi experiencia profesional me ha ayudado a identificar algunas maneras esenciales de humanizar la relación con los pacientes. A continuación te muestro algunos de mis descubrimientos y de los principios desarrollados por Carl Rogers:

  • Sé genuino y coherente: Es lo mismo que decir “sé tú mismo”. En ocasiones pensamos que ser un buen profesional requiere dejar a un lado nuestra manera de ser y experiencias, convirtiéndonos en seres asépticos que parecen no tener vida más allá de la consulta o del hospital. Ser humano en las relaciones con los pacientes, pasa por mostrarte natural incluso compartiendo experiencias personales más o menos profundas que te ayudan a conectar con el paciente. La coherencia se expresa cuando lo que sentimos en nuestro interior, se refleja en nuestras palabras y gestos con los demás, cuando nos sentimos bien en nuestra propia piel.
  • Evita juzgar a los demás: Los juicios y críticas nos alejan de nosotros mismos y de los demás, por ello uno de los pilares esenciales de la humanización, es la de no juzgar al otro por sus decisiones o por quién es. Para llegar a este punto, debemos haber interiorizado que todos somos iguales, que cada persona es única y esa unicidad es algo bello que debemos explorar para adaptar nuestra comunicación y atención a las necesidades del otro. Cuando no juzgamos, somos capaces de liberarnos de la insatisfacción que en ocasiones sentimos.
  • Acoger el sufrimiento del otro: Los centros de salud y hospitales son lugares donde el sufrimiento se materializa. No solemos prestar mucha atención a este tema pero los pacientes llevan a sus espaldas dolores, miedos, tristeza, frustración, ansiedad y un profundo deseo de recuperar la salud física y mental. Acoger este sufrimiento lo podemos hacer por medio de una pregunta tan sencilla como “¿Cómo se encuentra hoy?”, explorando así lo que hay más allá de la enfermedad, acudiendo a la esencia misma de ese otro ser humano único con el que compartimos un momento de nuestra vida.
  • Confianza plena en las capacidades del paciente: Tu capacidad sanadora va más allá de las técnicas aprendidas en tu profesión, sanas cuando escuchas al paciente más allá de sus palabras, más allá de sus síntomas, cuando te interesas por su mundo emocional, cuando no tratas de calmar su angustia con palabras vacías, cuando confías plenamente en la capacidad de esa persona única para mejorar y recuperar su salud. La aceptación total, sincera y plena de quien es el otro y de su capacidad para solventar sus problemas, es algo escaso en la vida cotidiana y el hecho de que un profesional muestre esta actitud, puede llenar de energía al paciente y devolverle parte de la auto-confianza perdida.Una manera sencilla y rápida de hacerle saber al enfermo que confiamos plenamente en él o ella, es identificar sus “puntos fuertes”, aquello en lo que sobresale y de lo que no siempre es consciente. Observarás que hay pacientes que son capaces de regular su ansiedad, que son luchadores natos, que buscan ayuda cuando lo necesitan, etc. Expresar en voz alta estas características positivas, llenan de fuerza a la otra persona y les ayuda a afrontar su sufrimiento con una actitud más positiva, conscientes de que son capaces de afrontar esta etapa vital compleja.
  • Cuidar más allá de la curación: El objetivo primordial de la medicina es curar al paciente enfermo para restablecer su salud o al menos reducir lo máximo posible las secuelas de la enfermedad. Sin embargo, en este camino de lucha constante contra la enfermedad, se nos olvida el poder sanador del cuidado. Cuidamos a una persona cuando nos interesamos por sus necesidades y deseos, cuando preguntamos por cómo se siente, cuando acogemos su sufrimiento, nos sentamos junto a él o ella, tomamos su mano y enlazamos nuestro mundo emocional al suyo. El cuidado es un potente recurso humanizador y permite afrontar la enfermedad con una actitud más positiva y calmada.
  • Vivir en el presente y ser un profesional consciente: Los seres humanos somos capaces de vivir en el pasado o en el futuro, perdiéndonos la experiencia del presente. El aquí y ahora es el único momento que existe, pues el pasado suele ser fuente de tristeza y melancolía, mientras que el futuro es la fuente donde nace la ansiedad y el temor por anticipar sucesos que no sabemos si van a ocurrir. Podemos vivir en el presente reflexionando sobre nosotros mismos, atendiendo a mis emociones y regulándolas. Cuando vives en el presente, te puedes mostrar más dispuesto a realizar esto mismo con sus pacientes, hallando la manera de incorporar tu propia humanidad en la relación de ayuda que estableces con tus pacientes.

Para mí la humanización de la salud se desarrolla cuando establecemos una relación con el paciente y sus familiares o cuidadores en torno a los elementos comentados anteriormente, pero también cuando el profesional sabe que las emociones del paciente tienen una influencia directa en su salud, cuando es consciente de que estar triste no es lo mismo que tener un trastorno depresivo mayor, cuando identifica la sintomatología ansiosa como diferente de un trastorno de ansiedad, cuando conoce que los efectos del estrés crónico es nocivo para la salud y cuando es consciente de que su papel clave en torno a la salud mental, es derivar a los profesionales especializados en este tema.

 

 

Elena Alameda Jackson

Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialidad en Psicología Clínica y de la Salud. Máster en Psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid.

Psicóloga habilitada para ejercer actividades sanitarias en todo el país. Experiencia profesional en Psicología Online, Formación a Profesionales y Colaboradora de la editorial Formación Alcalá.

Psicóloga de We Doctor

Solicitud de consulta online con Elena: https://tuconsulta.we-doctor.com/agenda/3080192